La aventura Erasmus va tocando fin: despedidas, alguna lágrima que otra, pero sobre todo risas que reflejan complicidad y cariño protagonizan cada rincón de Gante en unos días duros para todos. Entonces es el momento de hacer balance del año o cuatrimestre fuera, de aquella mítica juerga en Twitch, de las hamburguesas al sol con motivo del food truck, de las tardes de Blaarmeersen desafiando al sol belga pensando que estábamos hechos de otra madera y, en general, de una rutina marcada por los planes, los viajes, las visitas inesperadas y los amigos.
Sin embargo, una de las preguntas que muchos nos hacemos ahora mismo (incluyéndome yo mismo) es… ¿Qué me falta por hacer antes de abandonar Gante? Así que he decidido orientar este post a aquellos planes que si aún no has hecho, no debes tardar en cumplir para sentirte 100% gantés.
1. Puesta de sol en el Graslei o la colina de Citadelpark
Una puesta de sol la podemos encontrar en todos sitios, una cerveza fresquita también, pero la combinación de ambas en una zona tan mítica y espectacular como el Graslei es única de Gante. Tripel Karmeliet en mano, disfrutar de los colores anaranjados del atardecer y del reflejo del sol en el canal es algo que no tiene precio. Al igual que no lo tiene la iluminación de cada uno de los antiguos edificios gremiales que darán magia al momento.
Aunque otro de los lugares donde disfrutar del crepúsculo se convierte en un deber, es la colina de Citadelpark. Con vistas a la ciudad, rodeado por los grandes árboles que regalan místicas sombras y el verdor oscurecido de la noche, la puesta de sol en este rincón de Gante es bien merecida.
2. Adentrarse en los lugares más recónditos de la ciudad
Gante es mucho más que Korenmarkt y el Gravensteen. Rabot, Kouter, Bijloke o el Portus Ganda son algunas de las zonas que destacan por su actividad cultural, su dinamismo y la calidez de las gentes que lo habitan: los nativos de Gante.
Sin lugar a dudas, si quieres sentirte todo un gantés, no puedes dejar de ir a ‘t Velootje, escondrijo del barrio de artesanos, en pleno Patershol pero fuera del alcance de turistas, este café con historia y encanto te hará sentir en el verdadero corazón de Flandes.
3. Del jamón Ganda a los chupitos de Jenever
¿Quién no ha visto esos jamones colgando de las grandes vigas de madera de la Lonja de la carne? Muchos, pero pocos se atreven a probarlos. Lo sorprendente es que, contrariamente a las bajas expectativas de los españoles, es complemento perfecto para croquetas, platos tradicionales belgas o incluso para acompañarlo de la rica mostaza que tanto le gustaba a Carlos V.
Y ya que al lado de la Lonja encontramos las Jenever de Pol, no puedes perder la oportunidad de probar uno (o más de uno) de los chupitos más conocidos de todo Gante. Si por algo destaca ‘t Dreupelkot es por una carta para todos los gustos. En mi opinión, las jenever de café, banana, coco o chocolate se encuentran en el top de las mejores de Gante.
4. Perderse con la bicicleta
Bicicleta y Erasmus en Gante van cogidos de la mano, y a ésta hay que sacarle partido. Gante, la ciudad con más bicicletas por habitante, no podría estar mejor equipada para llevarte a los pueblos que salpican las afueras de la ciudad: castillos, grandes lagos, bosques salvajes y animales en libertad ocupan las zonas menos conocidas por aquellos que sólo pisaron Flandes Occidental por unos días.
El Castillo de Laarne o el de Oidoonk, o Hallerbos son algunos de los lugares fácilmente accesibles en bici, con una arquitectura inigualable y un carril que en muchos tramos te hará olvidarte del mundo para conectar plenamente con la naturaleza flamenca.
5. Recorrer los canales en tu propio barco
Tras la bicicleta, el medio de transporte más utilizado en la capital es posiblemente el barco. Es por esto que no puedes decir “he vivido en Gante” a boca llena si no te has lanzado al agua como capitán descubriendo que los canales son como carreteras, con cedas al paso, con direcciones prohibidas y grandes “autovías” que conectan las distintas ciudades belgas. Experimentando esa sensación de ser observado desde cafés y casas particulares con una gran sonrisa y, por supuesto, un cálido saludo. Contemplando Gante con otros ojos, intentado descifrar por qué zona te estás moviendo y explorando los barrios colindantes a la ciudad de grandes casas y jardines cuidados a la perfección frente al canal.
6. Olvidarte del mundo escuchando algún grupo en directo
Gante no tendría su encanto sin la música y la música perdería un gran bastión si no fuese por Gante. Hot Club de Gand, MuzikantenHuis, Missi Sippy o Backstay Bar son algunos de las decenas de cafés que abren sus puertas a la música, a grupos pioneros en estilos alternativos a los que ofrecen ese primer empujón para dar el gran salto. Lo mejor de estos conciertos es que el precio se reduce a una cerveza. Una buena trapista entre los grandes muros de los cafés centenarios de la ciudad, las luces tenues y la decoración impecable mientras escuchas verdaderos maestros de la música es algo que solo puedes encontrar en Gante.
Por supuesto esta lista podría contener muchos más lugares míticos como el Castillo del Gravensteen, el Cordero Místico o la Torre Belfort, pero doy por hecho que tras un año , estos principales “musts” para cualquier visita rápida a Gante están más que explotados.
¡Espero vuestras recomendaciones y experiencias de este año inolvidable!