Ocurre a menudo que cuando se visita otra ciudad, más si es de un país extranjero, se acaba por ir a parar a los restaurantes y bares más turísticos que no son siempre los más pintorescos y acogedores. Pero estáis de suerte, aquí los españoles que hemos vivido Bélgica hemos acabado por conocerla casi como los locales y hemos ido vertiendo nuestros descubrimientos en este blog.
Hoy os traigo una pintoresca zona de bares en el mismo centro de Bruselas pero que suele pasar más desapercibida a los turistas. Después de ver el precioso edificio de la Bolsa hay que atreverse a cruzar gran boulevard peatonal Anspach para llegar a este bullicioso remanso de ladrillos rojos y terrazas al sol. Se trata de la plaza de Saint-Géry en el centro del barrio del mismo nombre, uno de los que tienen mayor número de terrazas por metro cuadrado de la capital.
El ambiente distendido y festivo que se respira en sus calles tuvo su origen en la rehabilitación como centro cultural de las Halles de Saint-Géry, un mercado cubierto del siglo XIX, de estilo neorrenacentista flamenco, con una maravillosa estructura de fundición gracias a la cual la luz inunda su interior. Por este motivo el bar que alberga es uno de los preferidos de los bruselenses en invierno, pues con sus tumbonas, su césped artificial y su fuente de finales del XVIII uno se siente en plena estación estival.
En estos días de calor sigue siendo un lugar excepcional para tomar algo mientras se pasea por sus exposiciones temporales sobre el patrimonio de la ciudad, no obstante si preferís disfrutar del sol directamente podéis acomodaros en cualquiera de las terrazas que toman la plaza. Así podréis disfrutar del bello y rojo patrimonio del barrio pues todo es ladrillo, las casas típicas flamencas, la Iglesia y convento de las Riches Claires y las Halles de Saint-Géry que dominan el paisaje.