Si algo compartimos los estudiantes Erasmus en la sensación de estar perdido –y a la vez expectante- en tu primer día en una ciudad desconocida. El viaje se antoja toda una aventura, los nervios te paralizan y al mismo tiempo un instinto de supervivencia que desconocías te guía a través de todas las señales, carteles indicaciones… ¡en cualquier idioma!
Tras un vuelo de dos horas desde Madrid, aterrizamos en el aeropuerto de Zaventem (Bruselas). Nada más llegar, la cantidad de luces y colores que rodean el aeropuerto me dejaron sorprendida. Otra cosa que llama la atención de este aeropuerto es su olor. Sí, su olor. Esto puede resultar extraño, pero todos los estudiantes con los que he hablado coinciden en esta curiosidad de Zaventem, un aeropuerto que en ocasiones se puede confundir con un centro comercial.
Una vez allí, cogimos un tren hacia la estación de Sint-Pieters, en Gante. Consejo: no os asustéis, pues nada más llegar veréis que todo el mundo habla en inglés allí. Eso sí, escoger el tren adecuado puede ser una odisea, pues el tren a Gante se indicaba como tren a Brujas (con ruta Bruselas centro – Bruselas sur – Gante – Brujas).
Una vez en el tren (¡no os equivoquéis y os sentéis en primera clase, pues os echarán de allí!), comenzamos realmente a disfrutar del paisaje de Bélgica. Pero la mayor sorpresa fue bajarse del tren y verse rodeado por la belleza de la estación de Sint-Pieters, iluminada por varios paneles de vivos colores y con varias referencias al Castillo de los Condes.
Una vez allí, y tras dejar las maletas en el kot, salimos por fin a respirar el aire de Gante. Desde el primer momento, la ciudad no defrauda. Incluso en las calles secundarias, la belleza inunda todos los rincones, y una vez llegas a alguno de los principales monumentos de la ciudad, solo puedes maravillarte. Desde el primer momento, sientes que el ambiente que te rodea es diferente. Reflejo de una cultura totalmente diferente a la nuestra, la calma y el respeto se respiran en las calles, pero al mismo tiempo puedes sentir que Gante es una ciudad que nunca duerme, un lugar en el que siempre está pasando algo. En ese momento solo puedes pensar en la inmensa cantidad de cosas que quieres hacer, en toda la cultura que está esperándote, humilde y paciente, y en todas esas personas que están tomándose una cerveza en ese momento, haciendo gala de un estilo de vida que busca el bienestar y la serenidad.
Ante todo, mis primeros pasos en Gante me han transmitido muchísima expectación y ganas de descubrir todo lo que esta ciudad esconde de esa forma tan especial… ¡Que solo se puede comprender si estás aquí!