Cuando dices que vas a Bélgica todo mundo te dice: ¡te vas a poner morado de beber cerveza! Pues sí, efectivamente, no descubro nada nuevo, si quieres (y a veces, aunque no quieras) tendrás cerveza hasta reventar. La tradición cervecera belga ha sido muy importante en la evolución del país, el modelado de su cultura y su avance a lo largo de la historia. Existen más cervezas de las que puedes ser capaz de probar en un solo año (nada más llegar, la primera tienda de cervezas, chiquitita, en Grote Markt, tenía ya mas de 400 tipos diferentes…¡ni siquiera probando una al día! Pero hay algunas de las que Amberes en concreto está, ciertamente, muy orgullosa. Debe estarlo, doy fé. Hablamos de De Koninck, LA cerveza de Amberes.
Pocos negocios tienen un curso de vida tan ligado a la historia de una ciudad como es el caso de la Cervecería De Koninck; no es raro por ello que, como los más observadores pueden apreciar, en el propio logo de ésta empresa aparezcan símbolos característicos de Amberes, como la mano.
Esta fábrica de cerveza comenzó su andadura en 1833, pasando de mano en mano, de uno a otro dueño siempre con la condición de que el negocio de fabricación de cerveza se mantuviese. Así se hizo y se sigue haciendo: si bien en épocas de carencia de alimento se acudía a los guisantes u otras materias primas para fabricar cerveza, hasta el día de hoy ésta fábrica sigue en funcionamiento en medio de la ciudad (aunque el embotellado no se lleva a cabo aquí, sí lo hace la fabricación de cerveza). No obstante, en 2010 esta empresa pasó a formar parte del grupo cervecero Duvel Moortgat, trasladándose la mayor parte de su actividad fuera de la ciudad. En aquel momento se decidió acometer en la antigua fábrica una completa reestructuración, convirtiéndola en un museo en torno a la historia de De Koninck.
Es gracias a ello y a la UAntwerpen que ayer tuve la oportunidad de comprender mejor como funciona el arte de fabricación de la cerveza: el museo te guía paso a paso por todas la etapas de fabricación en un tour que resulta atractivo tanto para amantes de la cerveza, como para los abstemios más activos o los niños. Muchas presentaciones, videos, espacios interactivos… Todo para ir descubriendo como, a partir de un grano de cebada y mucha imaginación se consigue una bebida sana (en su medida), recomendada en ocasiones a lo largo de la historia por los médicos por su alto contenido en vitaminas B, una bebida que permitía en ocasiones que el agua menos limpia fuese potable gracias a la fermentación alcohólica, la bebida alcohólica socialmente más consumida en el mundo desde hace siglos.
Pero este tour no sólo se detenía en la fabricación de la cerveza, elementos claves para su degustación como es el tipo de vaso, su forma y el por qué de que cada cerveza tenga uno y sólo un tipo de vaso del que saborearla también se explicaban. ¿Una pintje? Su vaso tiene estrías en la parte inferior para que se agarre de ahí y sólo de ahí, evitando que se caliente la cerveza y que se enfríe demasiado la mano. ¿Por qué De Konink se sirve en el típico Bolleke? La formación de espuma al verterla en ese vaso consigue una capa protectora y una aireación perfecta para realzar los detalles y distintas trazas de sabores de ésta fantástica cerveza. Con todo ésto ya entiendo por qué servir una cerveza en un vaso que no es el suyo se considera un pecado en este país.
Y es que el servicio de eventos culturales de la UAntwerpen (Cultuurdienst Universiteit Antwerpen) organizó entre sus actividades una visita guiada a la cervecería, gratuita para los titulares del UAntwerpen + Pass (10€ resto), que tenía como colofón una hora de barra libre de pruebas de cerveza en la fábrica de De Konink.
No tengo dudas ya de por qué éste país venera la cerveza, ni de por qué Amberes hace lo propio con su De Koninck.
¿Te apetece venir a tomar una (o unas cuantas) cervezas en tu #erasmusamberes?