Un gran consejo que una vez me dieron y que intento tener presente en mi vida es “no hay perspectiva sin distancia”. Es por eso que muy a menudo voy a la planta 18 del hotel Radisson, pero, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? No, aun no me he vuelto loca chicos, y es que en la última planta de este gran hotel encontramos un skylounge, un bar-restaurante rodeado de cristaleras donde se puede ver toda la ciudad a más de mil metros de altura. En este hotel que se encuentra en pleno centro de Hasselt y a 2 minutos de la estación de autobuses uno aprende a querer a la ciudad desde todas las perspectivas.
Es maravilloso apreciar las ciudades belgas desde “vista de pájaro” y ver la típica estructura de los tejados de ladrillos que dan ese aire tan de cuento. Lo interesante es coger una mesa diferente cada vez que vayas a este skylounge, así tienes una perspectiva completa del anillo que rodea todo el centro de Hasselt. Además, se puede salir fuera a una terracita que va rodeando el edifico y las cristaleras, así que es el sitio perfecto para broncearse cuando hace buen tiempo. No verás mejor la preciosa catedral de San Quintín desde este hotel, y sin hablar de los atardeceres, de los mejores que he visto en todos los lugares del mundo.
El bar abre de 11:30 a 1:00 y vayas cuando vayas siempre hay un grupo de amigos tomando un café en los cómodos sofás o una cerveza en la barra. La carta ofrece una gran variedad de bebidas y comidas, en especial postres (de los que sin duda recomiendo el brownie de chocolate). Los precios quizás, son un poco caros para estudiantes, pero aun así, asequibles y se ven compensados por un buen servicio y ambiente.
Acerca del hotel, todas las habitaciones están decoradas por uno de los mejores pintores belgas del siglo XV, Jan van Eyck. Por lo que tu estancia allí se verá satisfecha también por el arte. Y si después te da pereza volver a casa puedes reservar una habitación ¿por qué no?