Si, si, hoy en inglés… ¡Que estos belgas lo hablan como si fuesen nativos! Os invito a que os subáis en mi bicicleta, caminito de un viaje al interior del hogar de una típica familia belga y sus costumbres y estilo de vida.
En esta maravillosa Universidad de Amberes, entre otras muchas propuestas, ofrecen cada mes a dos estudiantes extranjeros, la oportunidad de pasar una velada con la animada compañía de una familia local.
La idea es charlar, compartir experiencias, intercambiar opiniones y puntos de vista, pasar un rato divertido y cómo no, llenar el estómago mientras tanto, con los excelentes manjares que estas amables gentes nos ofrecen, sin ningún tipo de coste ni ánimo de lucro.
No se a vosotros, pero a mi la idea me pareció más que estupenda, y rápidamente me subí en mi bici, con dirección a una oportunidad tan única como esta.
Además, a pesar de que aquí los niños no empiezan los estudios en la lengua inglesa hasta los 12 años (por aprender antes las lenguas oficiales “dutch” y “francés”), las familias hablan un perfecto y envidiable inglés. Quizás por un distinto sistema educativo, o quizás por el hecho de que no hay películas traducidas y hasta los dibujos animados de los niños están en inglés subtitulado en francés y dutch. El caso es, que si aún faltaba alguien por convencer, la posibilidad de pasar toda una tarde mejorando mi inglés, era ya la escusa perfecta para no pensarlo ni una vez más.
Al llegar, una preciosa entrada con un arco y una frondosa enredadera me dio la bienvenida. Tras ella, la acogedora casa desde la que unos 7 curiosos pares de ojos me saludaban cálidamente.
El interior del edificio era modesto, pero con una exquisita decoración, con distintos elementos de todo tipo de países y culturas, que ya nos hacían a la idea del principal hobby que todos compartían: viajar por todo el mundo.
Y así, ese fue uno de los principales temas de los que hablamos: de expediciones, de aventuras, de lugares lejanos y cercanos, curiosidades del mio propio, utilidades del suyo. De diferencias entre España y Bélgica, entendiendo y respetando siempre los pros y contras de cada cultura. De los dos sistemas educativos, tan diversos, de lo que podríamos mejorar, incluso hubo tiempo para expresar cada uno nuestra utopía de gobierno e instituciones.
También la otra estudiante extranjera, de procedencia turca, nos relató de la difícil situación actual en su país, para estudiar o para opinar libremente, y nos hizo apreciar un poco más la suerte que tenemos.
Todos estos asuntos entre otros, fueron tocados sentados juntos en el salón, mientras unas inquietas y adorables hijas nos ofrecían todo tipo de aperitivos. Las risas hicieron que el tiempo volase y el orgulloso padre apareció con cuatro tartas vegetarianas recién horneadas: una con almendras, otra con hinojo, mi preferida con pimientos y anchoas, y la última con calabacín. ¡A cual mejor!
Me explicaron, que ellos no eran vegetarianos pero estaban comenzando una iniciativa de pasar 40 días sin comer carne. Esta propuesta me pareció super interesante y me comentaron que en febrero ya había habido otra, de no beber alcohol, incentivada por la asociación para la prevención del cáncer y las drogas. Según ellos, una gran forma de darnos cuenta de nuestras dependencias a veces, y probar un estilo de vida distinto. ¡Ole por esta gran mentalidad!
Para finalizar, el vivo abuelo, nos ofreció también un delicioso helado “Dame Blanche”, con chocolate fundido por encima. ¡Todo estaba para lamerse los dedos!
Una experiencia absolutamente perfecta, y una familia totalmente encantadora. ¡Gracias por esta oportunidad!