El título de esta entrada lo dice todo. Con ciudades razonablemente diseñadas para la circulación de ciclistas a todas horas, con carriles bien señalizados y cascos históricos con pocos vehículos, Bélgica está cuidadosamente adaptada para la convivencia de todo tipo de vehículos, incluida la bicicleta.
Relacionado a este mundo del ciclismo, sorprendentemente ayer tuve el gusto de recibir aplausos al llegar a la facultad. Sí sí… ¡aplausos!
Ayer no fue un día cualquiera, sino uno especial en el calendario belga, el 21 de marzo, justo después del comienzo de la primavera. En Bélgica, es el día del aplauso nacional. (Nationale applaus dag) ¿Suena bien, eh?
Yo no sabía nada hasta que llegué a clase. De repente vi en el aparcamiento de bicis un grupo de 6 o 7 personas con pancartas y aplaudiendo a todos los que pasaban.
Los organizadores de esta pequeña actividad lo consideran un pequeño símbolo de admiración y estimulación para los usuarios de la bicicleta. La idea es que a las horas punta, en todas las ciudades el país haya un grupo de personas aplaudiendo a quienes vayan llegando al colegio, al lugar de trabajo, la universidad… montados sobre las dos ruedas.
También, y todavía más importante, es el objetivo final que quieren alcanzar con la implantación de este día “del aplauso”. Al poner la bicicleta en el punto de mira, no solo se logra motivar a los actuales ciclistas sino que también se pretende impulsar el desarrollo de políticas sociales y sostenibles dentro de la sociedad belga. Así, se encuentran involucradas múltiples organizaciones y asociaciones con ciudadanos comprometidos con el uso de las dos ruedas para dar así más visibilidad.
Son pequeños gestos, pero que los usuarios como yo y muchos estudiantes hoy han apreciado mucho.