La poesía es lo único que salva lo inexplicable del olvido. Para conocer un poco más sobre la estación Sint-Pieters de Gante, aquí te dejo un post anterior. Para sentirla y entenderla como lo hice yo, he aquí mi recuerdo. Un recuerdo de esperas bajo el portón y miradas largas de pasillo.
12 VÍAS
Es ingenuo aquel que piense
«Desde casa tendré sol»
Pues el sol de aquel que siente
No pisó tren español
Esa luz que allí se enciende
Al final de la estación
Cada día me sorprende
Cada vez en un rincón
Viene débil, pero fuerte
Paso firme y decisión
Veo el ruido de la gente
Desde el marco del portón
Y es que sitios como este
Visten lana y algodón
Son pasado y son presente
Son raíz de la pasión
12 vías en Diciembre
12 estufas de carbón
Hacen lo que hicieron siempre
Juntar prenda con jirón
Y si tú quieres, entiende
No daré la explicación
El recuerdo no se vende
Cada cual a su canción
Te lo digo porque uno
Cuando en Gante, confirmó…
Es ingenuo aquel que piense
«Desde casa tendré sol»
Pues el sol de aquel que siente
Llega siempre en un vagón
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Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.