Cuando llega la primavera, toda Bélgica se llena de flores por lo que es el mejor momento para venir a contemplar los conjuntos florales más coloridos que has visto nunca.
Uno de los lugares más impresionantes para verlos son, sin duda, los Invernaderos Reales de Laeken. Este asombroso complejo es de visita obligada ya que únicamente abre 3 semanas al año, cuando las plantas y flores están en todo su esplendor.
Se trata de un conjunto monumental de invernaderos situados al norte de Bruselas, en el Parque del Castillo Real de Laeken y ocupan 2,5 hectáreas. Encargados por el Rey Leopoldo II, fueron diseñados por Alphonse Balat en 1874, de estilo Art Nouveau, con la colaboración de un joven Victor Horta, el gran arquitecto belga pionero del Modernismo.
Los avances en la tecnología en el uso del metal y el vidrio como materiales de construcción, hicieron posible la construcción de esta magnífica ciudad de cristal, con monumentales pabellones, interminables galerías conectándolos y enormes cúpulas.
Además, los preciosos reflejos que se crean en los cristales, de colores verdes y morados, le otorgan un aura mágica impresionante.
Esta ciudad de cristal, alberga en su interior una increíble colección de plantas exóticas, árboles y flores, provenientes de muchos lugares diferentes, incluso del Congo. Este conjunto tiene un valor especial ya que todavía existen algunas plantas que pertenecen a las plantaciones originales del Rey Leopoldo II, haciéndolas aún más valiosas.
Entre las miles de plantas, geranios, fucsias, palmeras, helechos… destacan la preciada colección de camelias italianas, de más de 300 variedades y sus interminables paredes de las galerías, perfectamente cubiertas por setos ficus.
Todo el paseo, tanto por el exterior como por el interior, es precioso, pero sin duda, el Jardín de Invierno es lo más impresionante. Se trata de un inmenso invernadero acabado en una cúpula de cristal de 25 metros de altura que se apoya en una gran columnata de estilo dórico. Se considera una catedral de hierro y cristal, utilizada para las recepciones reales desde que se realizó hasta la actualidad.
Su interior destaca por estar lleno de plantas y árboles enormes, incluyendo al único superviviente de la época proveniente de México, un «oreopanax dactilopius».
Al finalizar la visita, podrás comprar postales, recuerdos, objetos de jardinería y semillas de todo tipo. Yo compré varias postales en las que se podía observar el gran conjunto de invernaderos y fotos antiguas del interior, con las flores de entonces y de las recepciones reales que se celebraban en el Jardín de Invierno.
Si todavía no has ido a contemplar este precioso conjunto, tienes hasta el 10 de mayo para hacerlo. La entrada cuesta 2,5€, suele abrir de 9:30 a 15:30 y de 20:00 a 21:30, sin embargo el horario a veces cambia dependiendo del día por lo que es recomendable consultarlo antes en su página web.
Si quieres aprovechar el día por Laeken, justo enfrente del Palacio Real se encuentra el Parque Laeken, perfecto para hacer un picnic, y en el cual se encuentra un monumento neogótico dedicado a Leopoldo I.
Un poco más al norte se encuentra el Pabellón chino y la Torre Japonesa, los cuales albergan el Museo de Extremo Oriente. Y caminando un poco hacia el oeste te encontrarás con el famoso Atomium, construido para la Expo de Bruselas en 1958.
Sin duda, los Invernaderos Reales y el barrio de Laeken merecen una visita, y más en primavera así que ¡acércate y descubre estas maravillas de la arquitectura y la naturaleza!
Soy una de las 7.500 millones de personas que vive en el mundo. Una a la que le encantaría descubrir todo lo que hay en él, ya que me apasiona viajar y conocer todo aquello que me rodea. Además, viajar me permite disfrutar otras de mis pasiones, la gastronomía y la arquitectura.
Mi aventura en esta ciudad no empieza aquí, comenzó el 17 de septiembre, y, desde entonces ha sido un no parar de descubrir, de ver, de viajar, de aprender, de fotografiar, de sentir, de vivir…
Después de casi 5 meses viviendo en Amberes, espero que mi experiencia pueda serviros de ayuda tanto a los que vais a venir, como a los que ya lleváis aquí un tiempo como yo, dado que, a pesar de haber conocido gran parte de esta maravillosa ciudad, siempre hay cosas nuevas que descubrir, pero también, otras ya conocidas que redescubrir.