Cuando los claros se abren entre las densas nubes belgas dejando paso a la magnitud del cielo, no solo la playa y las terrazas cobran protagonismo, sino también las estrellas, constelaciones, planetas o asteroides que aparecen al caer la noche. Posiblemente, en alguna noche despejada salpicada por miles de estrellas hayáis parado a pensar lo pequeños que somos en comparación con el universo que nos rodea; la insignificancia de un punto invisible y confundible desde otras constelaciones, la Tierra; la gran probabilidad de que, en un espacio de dimensiones inimaginables, hubiese vida en cualquiera de sus formas; o incluso si un meteorito pudiese caer en nuestro planeta.
En Gante, muchas de esas cuestiones se estudian día a día, observando y analizando cada movimiento que los telescopios de Armand Pien puede detectar. Este observatorio en las instalaciones universitarias dedica cada miércoles desde las 20 h a las 23 h a mostrar a cualquier visitante el funcionamiento de los telescopios y la gran cúpula que impera la última planta del edificio, dedicada a descubrir un universo aún muy fuera del alcance de nuestras manos.
Además, en Armand Pien se encuentra una de las reliquias de la facultad de ciencias astronómicas, un telescopio del año 1882 que aún sigue en funcionamiento rotando sobre sí mismo sobre una base ecuatorial que le permite realizar el seguimiento del movimiento diario de las estrellas y los planetas alrededor del polo celeste mediante las fuerzas de la gravedad. Aunque actualmente debido a los avances tecnológicos es un aparato totalmente anticuado, merece mucho la pena contemplar el universo desde quizá el telescopio más antiguo que hayas podido usar.
Que se siga utilizando un telescopio de más de un siglo de antigüedad no quiere decir que este observatorio astronómico no haya incorporado las nuevas tecnologías con el fin de, no solo contribuir al desarrollo científico, sino también de facilitar al público el entendimiento del universo y la constelación solar. De esta forma, múltiples pantallas en tres dimensiones permiten “tocar” el sol o los ocho planetas de nuestra constelación, así como comprender los diferentes movimientos de los planetas, el riesgo de los meteoritos o los 67 satélites que rodean el planeta Júpiter.
Si quieres saber un poco más sobre un universo que consigue captar la atención de pequeños y mayores siglo tras siglo, no dudes en visitar el centro astronómico Armand Pien en el número 44 de la calle Rozier.