Las auto-alegrías deberían ser obligatorias. No me refiero a los pequeños caprichos que no son necesarios pero que nos damos de vez en cuando si tenemos un día no tan bueno, me refiero a las auto-alegrías. A eso que puede parecer un capricho pero que es algo muy (muy) necesario. Dar un paseo aun cuando no tenemos tiempo ni para dormir; ponernos un cuenco de patatas fritas mientras estudiamos para, finalmente, acabar hablando con la persona que tenemos al lado; ponerte una mascarilla facial de extracto de pepino mientras ves una película; escoger el helado que no es light…
Reconozco que desde que llegué a Bruselas lo único que he hecho ha sido darme auto-alegrías (y algún que otro capricho, vamos a ser sinceros), sobre todo de comida. Igual que cada semana hay un gofre menos en La Funambule y otro más en mi sangre, cada mes pruebo algo nuevo de chocolate. Y es que una de las virtudes de la que estoy más orgullosa es que me gustan todos los tipos de chocolate. Todos.
Efectivamente, sería una falta de respeto no hacer por lo menos un post sobre este manjar divino estando de Erasmus en Flandes, la región del chocolate por excelencia. Por eso, hoy os traigo cuatro chocolaterías y dos maestros flamencos del chocolate que podéis encontrar en Bruselas. Si pincháis en el nombre de cada una de ellas, os redirigirá directamente a la web oficial de cada chocolatería:
1. Leónidas
Buena calidad, precio asequible. A pesar de que están especializados en praliné, entrar en cualquiera de estas tiendas es encontrarse no solo con estos maravillosos bombones rellenos, sino con helados, chocolate, almendras garrapiñadas sobre barritas de chocolate, cremas… Esta chocolatería está muy extendida por toda Bruselas. De hecho, hay una muy cerca del centro de la Grand Place, en una de las calles que llevan hasta la plaza.
¿Su especialidad? Los pralinés Louise, Manon y Gianduja.
2. Godiva
Buena calidad, precio un poco alto (aunque se corresponde con esa calidad). Centrándose sobre todo en los bombones de chocolate, es posible encontrarse con una gran variedad especialmente de chocolate negro, aunque también ofrecen muchos blancos y con leche. Como buena chocolatería belga, el praliné está presente en su menú, pero no es lo que más predomina, ya que también nos encontramos con una amplia variedad de trufas.
Imagina: tienes un día para visitar Bruselas, ya se está acabando el día y has terminado el tour en la Grand Place. Solamente eres capaz de pensar en comprar chocolate (y en terminar de comerte ese gofre que te estás comiendo). Si quieres comprarlo en Godiva, eso no va a ser un impedimento, porque nos encontramos con uno en plena plaza, y otro muy cerca de las Galerías Reales de Saint-Hubert.
¿Lo mejor? Al tener tanta variedad de productos, es más fácil encontrar un determinado dulce típico de la ciudad en la que se encuentre la tienda y no solamente praliné, por ejemplo.
3. Neuhaus
Buena calidad, buen precio. Desde el principio, lo que los estudiantes locales nos han dicho es que para los estudiantes, Neuhaus es la tienda donde comprar chocolate, porque (y cito textualmente): «está delicioso y es un precio que no duele gastar».
¿Por qué Neuhaus? Aquí nos encontramos con el primer maestro chocolatero, la persona por la que tenemos tanto y tanto que agradecer: el creador del praliné, Jean Neuhaus. Nacido en Bélgica, abrió una farmacia en 1857 en la Galerie de la Reine (es que de verdad que estas galerías son maravillosas). Para camuflar el fuerte sabor de las medicinas y hacer más fácil que se pudieran comer, en 1912 las recubrió completamente de chocolate, creando el auténtico praline o bombón relleno belga.
Y a partir de ahí, la cosa no hizo más que mejorar. Y es que actualmente, si vamos a cualquiera de las tiendas que se encuentran en Bruselas (hay dos tiendas que se encuentran en plena Grand-Place), querremos comer todo lo que veamos: cajas de bombones, tabletas, cremas de chocolate, trufas… E igual que cada chocolatería de la que estoy hablando en este post, ¡hay una sección especialmente dedicada a la Navidad!
4. Marcolini
Muy buena calidad, precio alto (aunque sin ninguna duda, el precio se corresponde con esa calidad). Hemos llegado a otra joya de la corona, la chocolatería por la que nos paramos por la calle y nos planteamos comer cacao por el resto de nuestra vida. Y es que nada más entrar en la tienda, podemos encontrar desde tabletas hasta cajas de bombones con varios pisos (sí, pisos en plural, y no solo dos), pasando por macarons, confituras o barritas.
Sin embargo, su gran variedad no es lo único que destaca. Esto se debe sobre todo a que su alta calidad tiene nombre: Pierre Marcolini. A pesar de que todas las chocolaterías que he explicado previamente tienen a grandes profesionales detrás, Marcolini cuenta con una característica que hace imposible no considerarlo maestro flamenco: ha sido galardonado como el mejor pastelero del mundo en el World Pastry Stars 2020.
¿Qué es lo que le ha hecho ganar? Además del sabor y de la minuciosidad de todos los productos que ofrece, también se le ha reconocido su preocupación por la ética de aquello que hace. Esto significa, por ejemplo, que disminuye la cantidad de azúcar, la harina es sostenible, trabajan con productos locales, y se aseguran de que en las plantaciones de cacao no hay explotación.
Podemos encontrarnos con sus tiendas por todo Bélgica, y con un gran número de ellas especialmente en Bruselas.
¿Quién iba a decir que el chocolate podría tener tantísimo detrás? Y es que si las auto-alegrías son todas como estas, efectivamente, sí: deberían ser obligatorias.
¡Muy buen día, chocolateros!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…