Al final nos hemos pasado esperando dos días en la Place Poelaert (y vaya días más malos, no ha parado de llover), pero hoy vamos a continuar con nuestra exploración de los barrios con más encanto de Bruselas. Ahora mismo, cogemos el ascensor que hay en uno de los laterales de la plaza para descender a ¡Les Marolles!
Les Marolles es uno de los barrios más característicos de la ciudad. Tiene una identidad cultural muy marcada, ya que el barrio siempre ha sido la cuna del movimiento obrero en Bruselas, además de haber sido a lo largo del siglo XX un barrio de mucha inmigración. Primero, estuvieron en él las poblaciones judías de Europa del Este y, actualmente, está asentada una gran población marroquí, que unida a toda clase de emigrantes de todo el mundo hace del barrio un lugar de vida y color.
Dentro de él, en la Rue Haute encontramos el famoso (entre la población española de la ciudad) Centro Cabagliego, donde podemos hacer un pequeño descanso para degustar algún plato de cocina típica gallega. También es un punto de encuentro para los españoles en el que se pueden hacer diversas actividades relacionadas con el país (como ver los partidos de fútbol de La Liga). Es un local muy concurrido y conocido en la ciudad, y un buen sitio si queréis comer algo típico español.
Pero, si seguimos más adelante y descendemos por la calle, nos cruzaremos con la Rue des Renards, una de las calles más conocidas del barrio por la cantidad de establecimientos que hay en ella y lo llena de vida que parece (en días con mejor tiempo).
Y descendiendo por esa calle, llegamos al punto neurálgico del barrio, la Place du Jeu de Balle, el lugar más conocido de Les Marolles. Es una plaza donde podemos encontrar todas las mañanas un rastrillo de antigüedades en el que perdernos. Está plaza también es conocida como “Mercado Antiguo” y, además del mercado, en ella podemos visitar los Baños Municipales, unos antiguos baños públicos que pueden ser visitados varios días a la semana.
Además en esta plaza ocurrieron dos sucesos fundamentales para los bruselenses en el siglo XX. En 1944, los obreros de la plaza celebraron la muerte de Hitler paseando a un hombre disfrazado del alemán en un ataúd abierto por la plaza. Y, años más tarde, la plaza fue el centro del movimiento obrero nacido en el barrio para luchar contra la expropiación de casas por la ampliación del Palacio de Justicia.
Yo creo que en esta plaza nos quedamos tomando una cerveza belga y disfrutando de uno de los lugares más encantadores de Bruselas. En verdad, la caminata ha sido dura.
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