Uno de los tesoros de Bélgica son los beaterios flamencos y ayer descubrí que vivía justo delante de uno. En la calle Rodestraat, 39 se encuentra un beaterio del siglo XVI con una iglesia del siglo XIX consagrada a Santa Catalina. Hoy os descubro un lugar donde perder vuestras preocupaciones en la entrada y disfrutar de un momento de paz y silencio con el sonido del canto de los pájaros como único acompañante.
Los beaterios flamencos son considerados Patrimonio Mundial de la UNESCO. Para los que no lo sepan, los beaterios eran recintos destinados a las beguinas, mujeres que consagraban su vida a Dios y vivían relativamente retiradas de la sociedad. Estas mujeres, que vivían en comunidad en el interior del beaterio, dedicaban su vida no solo a la oración y el desarrollo de la espiritualidad, sino también al cuidado y defensa de los desvalidos y los enfermos. El beaterio de Rodestraat fue construido en 1544 en el interior de la ciudad, sustituyendo al anterior (1245) que se encontraba a las afueras de Amberes y que fue abandonado por razones de seguridad. La iglesia de Santa Catalina fue construida mucho después, en 1827, pero añade valor histórico y arquitectónico al conjunto.
El beaterio del que os hablo está abierto al público todos los días de 08:00 a 18:00. Alrededor de un jardín lleno de vida se concentran las viviendas que en su momento pertenecieron a las beguinas y que hoy están ocupadas por unos pocos afortunados.
Soy Marina y desde hoy hasta junio soy la corresponsal de este blog en la ciudad de Amberes. Estudio Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación en inglés y alemán en la UAM . Tal vez no lo sepáis, pero tanto el inglés como el alemán tienen una hermana no tan agraciada actualmente: el neerlandés. Por lo tanto, si sabes inglés y, especialmente, alemán ya tienes mucho camino recorrido en el aprendizaje de esta lengua (con nada más y nada menos que 38 millones de hablantes). Con lo cual, aprender neerlandés resulta una oportunidad difícil de desperdiciar (la típica oferta 3×2).
Por otro lado, resulta casi imposible evitar admirar la belleza de Flandes y sus ciudades portuarias, que nos dejan estampas dignas de ilustrar postales de Navidad. Paseas por Amberes y degustas de manera gratuita infinidad de sabores y matices del arte: el arte religioso y mitológico, el arte gastronómico, el arte moderno, el arte de la aristocracia, el arte de la moda e incluso el arte industrial.