Llega la Navidad, con sabor a mazap… ¡A gofre!
Siempre lo digo, y aquellos que hayan visitado Bélgica podrán corroborarlo: estas ciudades son preciosas. Pero siempre existe un momento en el que podemos disfrutar de la ciudad de forma especial, un momento en el que la ciudad se transforma en algo mejor. Ya sea una festividad, un evento o cualquier tipo de acontecimiento que ocurra, la ciudad se viste de gala para dar la bienvenida tanto a vecinos como a los recién llegados. Para Brujas, este momento es Navidad.
Se acercan las tan esperadas fechas y en Brujas se palpa en el ambiente, la Navidad se respira. Desde la avenida más transitada hasta el callejón más escondido, la ciudad se cubre con un manto de luces de colores que aumentan, si cabe, la luz que la ciudad desprende por sí sola.
La ciudad de Brujas es una chispa de magia en Bélgica, pero en Navidad la chispa prende y se convierte en una hoguera. Y son miles las personas que vienen cada día para contagiarse con un poco del calor navideño que las calles desprenden. Calor que se puede encontrar en los pequeños comercios de la ciudad, que cada año adornan sus locales; pero también en los mercados de Navidad que se organizan, que llenan plazas y calles con sus bombillas de colores, villancicos y mucho, mucho amor.
Y entre todas estas maravillas encontraréis la que quizá sea la experiencia más entrañable de estas fechas: familias y amigos patinando sobre hielo, girando y bailando alrededor de un árbol de luz, amparados bajo la sombra de la torre Belfort.