Tras bajar con hambre del campanario, he comido en el bullicioso mercado de la plaza, en la que podías encontrar todo tipo de gastronomía flamenca. Justamente en la misma plaza se encuentra el Historium, un museo ambientando en la Brujas medieval. Lo peculiar de este museo es que no es un museo como tal. Se trata de la Historia de un aprendiz de Van Eyck, permitiendo vivir su vida y conocer de primera mano la historia de Brujas.
Aunque yo creo que me había quedado con algo de hambre, porque he aprovechado la oportunidad de que estaba en Brujas, para meterme de lleno en la gastronomía flamenca, así que he visitado el Frietmuseum, dedicado a las patatas fritas y el Bruges Beer Experience, al cual recomiendo ir y no solamente por la degustación al final del trayecto!
Por último, he caminado hacia la plaza de Burg para ver el museo Stadhuis, que es dónde se reune el Consejo de la ciudad y para terminar mi viaje he pasado por el increíble Beguinaje de la ciudad de Brujas.
Ha sido una de las visitias más completas que he hecho y lo más gracioso es que ya visité Brujas hace unos años, pero me he dado cuenta que aunque fuese la segunda vez nunca pierde el encanto. Eso sí, me he quedado con ganas de repetir un paseo en barco una vez más.