Por razones obvias, esta es mi tercera navidad en Brujas.
Calles iluminadas, tiendas adornadas hasta límites inimaginables, más abetos que en los Pirineos, coros cantando villancicos, su chocolate caliente, más música y mucho rojo. Y es que Navidad y Brujas siempre han sido íntimas amigas, con una relación tan especial que con este maldito virus solo se ha podido hacer más fuerte.
Este año, nos hemos quedado sin mercadillo navideño, sin villancicos en las plazas y sin los espectáculos de luz y color que cada noche adornaban la ciudad. Tampoco tenemos la pista de patinaje sobre hielo en la que año tras año nos convencíamos de que habíamos mejorado nuestros dotes de patinaje. Esos dotes que evidentemente no éramos capaces de demostrar después. Nuestra parada favorita de vino caliente este año tampoco va a poder estar.
Y aquí estamos, sin villancicos, sin mercadillos, sin patinaje y sin vino caliente. El virus nos ha arrebatado cosas que llevábamos meses esperando, pero no ha logrado quitarnos lo más importante: la magia. Y es que Brujas no es un concepto, un tópico o un monumento. Brujas es esencia y espíritu. Que puede que falten los mercadillos y que el Markt este más vacío de lo normal, pero seguimos tenido lo que de verdad hace especiales las navidades aquí: su gente. Esa que hace que hasta el Grinch más verde encuentre difícil no sentir el espíritu navideño.
Como dijo Ana Frank en su día, “vendrán tiempos mejores”, pero esta Navidad no nos la quita nada (y menos un virus).
Soy Núria, una catalana de veintidós años que lleva esperando su Erasmus en Flandes desde antes de empezar la carrera. Me encanta leer, escribir y hablar. Escuchar también, me encanta aprender cosas nuevas. No podría vivir sin arte. Cuando estoy triste escucho música y cuando estoy feliz también. Amo comer, supongo que el amor por la comida me viene de mi padre. En mi casa, siempre hemos sido de probar platos típicos de otras culturas, y no solo eso, de aprender a cocinarlos también.
Desde los catorce, tuve claro a qué me quería dedicar. Mi sueño era bastante específico: estudiar periodismo en Madrid. Luego, llegó el bachillerato y con ello las clases de economía. Nunca pensé que me fuera a gustar algo así, pero vaya si me gustó… La economía me generaba una curiosidad tan grande, que la puse de primera opción junto con ADE. De esta forma, en 2016, empecé un doble grado en economía y ADE. Descubrí un mundo nuevo, y fui consciente de lo importante que era la economía para ayudar a la gente. Comprendí que los economistas son importantes, pero no para lo que cree la mayoría de la gente. Ellos pueden elaborar modelos para reducir la pobreza, extinguir la corrupción e incluso evitar guerras. A medida que aprendía más cosas, mi amor por la economía crecía. Hoy, la economía me apasiona, de esto no tengo ninguna duda, pero el periodismo aún forma parte de mí.
1 comentarios
Que gozada!!! Hojala pueda visitiar Brujas pronto