Ayer fue un día muy intenso en el Brussels Summer Festival. Como ya os contamos hay cuatro localizaciones: dos grandes escenarios al aire libre y dos salas que a partir de las 19h hacen vibrar al público hasta la media noche.
Lo primero que hay que hacer al llegar al festival es cambiar nuestra entrada electrónica por una pulsera, gracias a ella podrás entrar y salir de los distintos escenarios. Sin embargo la entrada al recinto es libre, así que todo el mundo puede disfrutar de los distintos puestos de artesanía y camisetas y de los numerosos foodtrucks que se han unido a la fiesta.
Comida tailandesa, paninis italianos, patatas rellenas e….insectos. Los más atrevidos podrán disfrutar de un cucurucho de estos crujientes bichitos.
Una vez el estómago lleno, solo queda entrar al concierto. Nos escanearán la pulsera y podremos ir directamente a por nuestros tickets bebida (por el vaso tendrás que pagar un euro que se te devolverá a la salida) para amenizar nuestra espera.
Ayer pudimos disfrutar de la música tanto en el escenario del Mont des Arts como en la sala de La Madelaine, el resto de escenarios subirán los decibelios a partir de mañana. Al aire libre y bajo los últimos rayos de sol pudimos bailar al son de la música del joven belga Aprile, alias Nicolas Donay. Con su look vintage nos presentó un par de canciones en primicia que animaron a todo el mundo en el primer concierto de la tarde. Lo seguirían los malienses Songhoy blues. Exiliados de su país, debutaron el año pasado en Europa con su disco Music in exile, blues lleno de ritmo que inundó el Mont des Arts. La noche la cerraría en el gran escenario St. Germain. De vuelta tras un silencio de 20 años, el pionero de la french touch o french house haría saltar a todo el público con su música.
En la sala de La Madelainen (el edificio que cierra el vídeo) tendríamos a grupos como We are match, quinteto parisino, y dos grupos belgas, Rocoe con su pop experimental y uno de los grupos más aclamados del rock “made in Belgium”, Hollywood porn stars, sugerente nombre que promete un rock desfasado, ideal para acabar la fiesta.