¡Buenos días, brujos! Hoy volvemos a tomarnos una cerveza por Brujas, pero, esta vez, vamos a un sitio que es a la vez un pedazo de historia y cultura… No en vano es un bar declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Leyendas y Recuerdos
La historia del Café comienza con una leyenda, la del viejo Teunis y su mujer, los posibles primeros dueños de este sitio, ya que se duda incluso de su existencia, que vivieron hasta los 100 años y murieron el mismo día… Según está reflejado en la propia carta del local.
La carta, que se puede comprar si queremos un pedacito de la historia de este tan longevo bar y de paso llevarnos a casa un pedacito de la cultura cervecera de Bélgica, cuenta con una buena selección de cervezas, incluidas nuestras queridas cervezas trapistas más conocidas. Pero no es este un sitio solo para beber ya que en su oferta podemos degustar platos tan comunes en las cartas de los bares de aquí como es la sopa de tomate a un precio razonable convirtiendo al Café Vlissinghe en una de las opciones más genuinas que podemos disfrutar en la ciudad de Brujas.
Y si no queremos llevarnos como recuerdo solo la carta, acercaos a la chimenea del Café y dejad que os recomiende. Ya hemos hablado aquí de cervezas especiales que solo tienen en ciertos bares y en este bar tan especial no podía ser menos, así que os recomiendo que probéis su cerveza propia, si queréis, en el local la sirven de grifo y si la queréis como recuerdo o para regalar a alguien, cuesta 3€ embotellada y la verdad es que, aunque ni la etiqueta ni la chapa son muy ostentosas, éste es uno de los recuerdos que he elegido para cuando acabe el Erasmus.
Probablemente no sea un símbolo tan icónico como lo es la torre Belfort… Pero lleva aquí con nosotros también mucho tiempo, de hecho, la fecha oficial de su fundación fue en 1515, y solo por eso, ya merece nuestra visita.
¿Pero cómo se mantiene ahí desde 1515? La localización como siempre es esencial. Se sitúa en la zona norte de la ciudad, cerca de donde en su época debía haber embarcaderos en los que los sedientos marineros, después de una larga travesía podían disfrutar de una buena cerveza belga. Hoy en día es la excusa perfecta para explorar la tan desconocida parte norte de la ciudad (eh, que Brujas no acaba en el recorrido desde la estación de tren hasta torre Belfort).
No todo va a ser bueno, como todos los señores mayores, al Café le gusta irse a dormir pronto (pronto para las costumbres españolas, no para las costumbres belgas), así que si pasáis por su puerta pasadas las 21 de la noche intentad ir de puntillas y no despertéis a este pobre viejo amable.
Hasta aquí mi visita a este monumento viviente que es el Café Vlissinghe, una leyenda de Brujas, uno de sus más ancianos vecinos y un bar que sin duda guarda mucha historia, vieja y nueva, dentro de él, solo hay que tener cuidado y no bebérsela toda de golpe.