Hoy, tenía planeado pasar el día en Bazel, un pequeño pueblo muy bonito de Flandes. Y allí que me dirigía cuando he cogido el coche esta mañana. Cuando me quedaban tan solo 10 minutos para llegar, mientras estaba atravesando un puente, vi de lejos un paisaje increíble, y sin saber qué me encontraría exactamente allí, puse el intermitente y me adentré a aquel misterioso municipio.
Pronto, descubrí que estaba entrando en Temse, un municipio de la provincia de Flandes Oriental que se encuentra justo en el lado izquierdo del río Escalada.
Sin duda, lo que más me impactó (y lo que en un inicio me hizo cambiar de rumbo) fue la Iglesia de Nuestra Señora (comúnmente llamada Onze-Lieve-Vrouwekerk) y el ayuntamiento. La iglesia, constituida por tres naves, está dedicada a Nuestra Señora y su fundación, alrededor del año 770 se atribuye a Amelberga van Temse, una mujer noble venerada como santa. Tiene un estilo básicamente gótico y neogótico, y la torre de crucero octogonal de 1721 es de época barroca.
Por otra parte, el ayuntamiento, construido en el año 1905, es de estilo ecléctico (básicamente combina diferentes estilos arquitectónicos y movimientos artísticos en una misma construcción), lo que lo hace realmente increíble a la vista.
Pese a que estas dos construcciones fueron las que me conquistaron a primera vista, a medida que fui visitando el pueblo me fui enamorando del resto de edificios, de todas las estatuas esparcidas por la pequeña ciudad y de sus tradicionales tiendas locales.
Temse, es sin duda, uno de esos lugares en los que aún se puede sentir la verdadera tradición y cultura flamenca.
Soy Núria, una catalana de veintidós años que lleva esperando su Erasmus en Flandes desde antes de empezar la carrera. Me encanta leer, escribir y hablar. Escuchar también, me encanta aprender cosas nuevas. No podría vivir sin arte. Cuando estoy triste escucho música y cuando estoy feliz también. Amo comer, supongo que el amor por la comida me viene de mi padre. En mi casa, siempre hemos sido de probar platos típicos de otras culturas, y no solo eso, de aprender a cocinarlos también.
Desde los catorce, tuve claro a qué me quería dedicar. Mi sueño era bastante específico: estudiar periodismo en Madrid. Luego, llegó el bachillerato y con ello las clases de economía. Nunca pensé que me fuera a gustar algo así, pero vaya si me gustó… La economía me generaba una curiosidad tan grande, que la puse de primera opción junto con ADE. De esta forma, en 2016, empecé un doble grado en economía y ADE. Descubrí un mundo nuevo, y fui consciente de lo importante que era la economía para ayudar a la gente. Comprendí que los economistas son importantes, pero no para lo que cree la mayoría de la gente. Ellos pueden elaborar modelos para reducir la pobreza, extinguir la corrupción e incluso evitar guerras. A medida que aprendía más cosas, mi amor por la economía crecía. Hoy, la economía me apasiona, de esto no tengo ninguna duda, pero el periodismo aún forma parte de mí.