Con este gran “chistaco”, los amigos Erasmus de Gante decidimos celebrar el carnaval por todo lo alto en Bélgica. Y a decir verdad, no tuvimos dudas a la hora de dar con el lugar idóneo: la pequeña ciudad de Aalst. Y es que la tradición que acompaña a este municipio en su 88 edición no tiene desperdicio, y de ello no pasó desapercibida la Unesco, que en 2010 incluyó dicha festividad en el Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Lo primero que nos sorprendió al llegar fue la presencia de cebollas allá donde vieras. La razón de ello no es más que el apodo usado para nombrar a todo alostense: ajuin. La traducción al español no sería muy exacta, así que dejo a vuestra imaginación esa tarea. Sea como fuere, este extraño gentilicio proviene del siglo XIX, cuando el cultivo y comercio de cebollas se expandió por toda la ciudad.
Detrás del folclore, la burla, la ironía y ante todo la diversión que constituye el alma de esta fiesta, hay meses de trabajo serio y sin pausa. Para cada uno de los 81 grupos oficiales que participaron en el desfile de la tarde de ayer, el carnaval no empezó en febrero, sino hace más de diez meses, con la elección de la temática y participantes, el diseño de las carrozas y los disfraces, la invención de letras pegadizas para sus canciones y las particulares coreografías que las acompañan. Todo ello con el fin de agradar a los jueces que se mezclaban entre un público fiel y entusiasmado analizando cada uno de los grupos, los cuales se dividían en tres competiciones: pequeños, medianos y grandes.
Por si los 81 grupos participantes no fuesen suficientes para una ciudad de apenas 80.000 habitantes, la cabalgata también va acompañada de decenas de grupos no oficiales y de los tradicionales personajes imprescindibles en el carnaval de Aalst. Entre ellos, cabe destacar el papel del Príncipe de la ciudad, quien recibe las llaves durante tres días. Como curiosidad, este año la lucha por la presidencia de las fiestas estuvo disputada entre dos grandes candidatos, los cuales no solo gastaron meses de campaña para ser elegidos por votación popular mostrando sus dotes en el canto, baile y conocimiento general de Aalst, sino también algunos miles de euros. Aunque no es éste quien da inicio a la cabalgata, de ello se encargan los Gilles, quienes lanzan naranjas con el fin de limpiar los fantasmas del invierno y llamar al buen tiempo. Seguidos de los Gilles encontramos los gigantes o Reuzen, representando a los nobles de la ciudad durante la Edad Media, el famoso embajador octogenario de los carnavales de Aalst, príncipe durante tres años y un importante apoyo financiero, y uno de los personajes más característicos de todo el desfile: Voil Jeanet, hombres travestidos en mujeres cuyo origen se remonta a cientos de años atrás, cuando los varones más pobres de la ciudad usaban las prendas de sus mujeres para abrigarse del frío, según nos cuentan los locales, sin olvidarnos del caballo de la ciudad, robado durante una de las múltiples guerras a la localidad vecina de Dendermonde, una historia un tanto troyana.
Si os he dejado con la miel en la boca, os gustará saber que aún tenéis el día de hoy y mañana para disfrutar del día de Voil Jeanet, la elección al mejor grupo de disfraces y la gran hoguera en la plaza Grote Markt. ¡No os lo perdáis!
PD: os adjunto la programación de las fiestas… en dutch