Como ya sabemos si estamos aprendiendo bien todas las lecciones de un erasmus en flandes, en todas las ciudades encontramos elementos arquitectónicos al más estilo medieval. Y Hasselt no se queda corta evocando elementos que nos recuerdan a las típicas escenas de Juego de Tronos que tanto nos gustan.
A pocos pasos hacia el este desde el Grote Markt (del que hablaremos dentro de muy poquito), nos encontramos con la catedral San Quintín. Sí, por fin llegó el momento de hablar de mi edificio favorito de la ciudad. Esta maravilla es un importante templo católico de cuya construcción comenzó en el siglo XI y siguió avanzando durante dos siglos más. Sin embargo, fue allá por el siglo V cuando fue primeramente construida, pero derribada para adoptar un estilo más románico, por lo que la original no es como la conocemos hoy en día.
El interior está constituido por tres naves, un coro y un deambulatorio, todo ello reluciente línea gótica en estado puro. Y para los interesados en el arte, una vez dentro de la catedral se pueden contemplar piezas del autor Jan Boeeckhorst, referente de la tendencia artística flamenca en toda Europa. De todo esto que hablo podrás saber los detalles alquilando una guía en la entrada que te explica de dónde viene cada cosa que encuentras dentro.
Desde esta catedral es donde se produce el momento más mágico en el día a día de los habitantes de Hasselt, el sonido del carrillón. Estés donde estés, desde cualquier parte del centro llegará a tus oídos su pegadiza sintonía y te transmitirá el encanto del que tanto hablo de esta ciudad.
Pero para mí sin duda alguna, lo mejor es cuando llega la noche y la torre con su reloj dorado se ve iluminado y brilla con luz propia. Es uno de los detalles más bonitos que me llevo cada noche en Hasselt y que me siento obligada a recomendar a todos los que visitéis la ciudad.