Acostumbrarse a ir en bici es muy fácil si vives en Flandes. Aquí, la bicicleta es el transporte más común, ya sea para el día a día, para hacer turismo o disfrutar de la naturaleza. Todas las ciudades de la región están muy bien adaptadas para ello, de hecho, hay todo un sistema de carreteras para la seguridad de los ciclistas.
Desde todas las instituciones impulsan el uso de la bicicleta. Por ejemplo, las universidades de Hasselt ofrecen una bicicleta por un depósito, que, si no hiciera falta, al final de tu estancia te lo devuelven. Incluso desde una de las asignaturas en las que he cursado nos organizaron una visita en bicicleta por los alrededores de la ciudad, recorriendo hasta 35 kilómetros.
Es un transporte muy cómodo, se llega a todos los sitios muy fácilmente. Lo más bonito es ver todas las generaciones coger este medio de transporte. Tanto personas mayores para hacer sus quehaceres como niños pequeños yendo al colegio con sus mini bicicletas. Los padres y madres también tienen bicicletas especiales adaptadas a los niños pequeños que aun no saben.
Si vienes de turismo y quieres hacerte con una bicicleta, pregunta en un punto de información de la ciudad o cerca de las estaciones de tren o buses de cada ciudad, seguro que encuentras una oficina donde alquilan bicis por días, y por un módico precio. Otra de las cosas más curiosas son la cantidad de bicis que hay en cada aparcamiento, también cada casa suele tener un recinto adosado para guardar las bicicletas o si no se alquilan unas cajas especiales para ello.
Sobre todo, hay que aprovechar que Flandes tiene unos paisajes que roban el aliento, llenos de naturaleza, con todo tipo de vegetación y ríos preciosos, y además preparados para recorrerlos en bicicleta. Aquí podéis ver muchas rutas pensadas para disfrutar todos estos rincones.
¡Espero que cuando vuelva a España mantenga mi uso de la bicicleta!