Brujas tiene un color especial, ya os lo conté en uno de los últimos post. Como esta ciudad de cuento me enamoró tanto, he decidido dar un poco más de espacio en el blog. En varios post, con el hastagh #Brujas, os mostraré un poco más del lugar.
Llegas al lugar soñado, a la encantadora Brujas repleta de chocolaterias y casitas flamencas, cruzas el parque de Minewater, andas por Steenstraat (la calle de las tiendas) y llegas al casco antiguo…Ya han pasado unas horas y de repente te das cuenta: tienes hambre. La barriga empieza a pedirte algo de alimento.
Una de las claves para comer bien en bélgica es recurrir a los platos típicos: estofado, carbonara flamenca, endivias con queso y jamón, codillo a la mostaza…Siempre teniendo claro que disfrutar de lo típico puede molestar un poco el bolsillo, pues Brujas no deja de ser una pequeña ciudad muy turística.
Si se quiere recurrir a algo más barato recomiendo fish and chips o frituur (fritos). Los fritos son una de las especialidades del país y hay que probarlos si se pisa Bélgica. Paseando por Brujas, en concreto, encontré un lugar con especial encanto de cara a uno de los canales más bonitos, se llama CASA PATATA. Un pequeño local familiar situado en Rozenhoedkaai nº6 que sirve menús de fritos con distintos condimentos.
Dentro de los fritos, los más cotizados son las “bitterballen” (croquetas de carne) y las patatas fritas. En Casa Patata tienen una especialidad: patatas fritas acompañadas de variados ingredientes y salsas. Un menú barato consta de una ración grande de patatas fritas con acompañamiento a escoger y bebida. Hay acompañamientos muy ricos para todos los gustos: desde pollo al curri hasta bacon queso.