Viajes y fiesta…
Creo que todos a la hora de aventurarnos en un Erasmus, lo primero que se nos viene a la cabeza es la cantidad de viajes y fiestas. Yo elegí Bélgica en parte por ello, me parecía un país desde el cual podía llegar rápidamente a lugares tan espectaculares como Amsterdam, Londres, Berlin, Paris… Además dentro del propio país se hace extremadamente sencillo y barato visitar las diferentes ciudades viajando en tren.
Bueno, como todos sabréis la oportunidad de viajar por Europa acabó antes de lo que esperaba… Y aunque al principio me dió mucha tristeza, ahora soy consciente de todas las cosas que he ganado gracias a estar “atrapada” en Brujas.
Tengo guardado algo mucho mejor para tí…
Primero, creo que he sido de las pocas personas afortunadas del mundo que ha disfrutado de una ciudad tan increíble sin la avalancha de miles de turistas. Y sobre todo, con un tiempazo espectacular. Creo que de mis mejores recuerdos es estar sentada con mis amigos en las escaleras de la escultura de la Grote Markt con mis piernas estiradas al sol y disfrutando de un helado bien fresquito. Hemos paseado por absolutamente todas las calles de la ciudad, encontrando rincones muy muy especiales. Hemos hecho miles de fotos en las cuales parecía que nos habíamos levantado a las 5 de la mañana para captar semejantes vistas sin nadie por medio.
.
Por otra parte, hemos descubierto los especiales y en ocasiones olvidados castillos que se esconden a las afueras de esta ciudad. Con nuestras bicis íbamos cruzando calles y calles repletas de espectaculares casas y mansiones, hasta llegar a algún bosque que en su interior escondiera un precioso castillo de cuento. Sentados frente a ellos con algún picnic improvisado jugábamos a imaginar la vida de los nobles y princesas que habitaron esos lares.
La playa sin duda nos ha proporcionado la paz que nos faltaba, aunque hubiera que pedalear y pedalear para llegar, pasear sintiendo la arena mojada en los pies, la brisa del mar acariciándonos el cabello y el sonido de las olas rompiendo a lo lejos, ha sido sin duda alguna nuestra medicina para el alma.
.
Por último…
Pero no solo eso, quizás no ha habido fiestas locas… Pero sentándonos con una brugge zot fresquita, en alguna plazita escondida, tan solo con cinco personas de diferentes países, he aprendido más de la sociedad, la cultura, las tradiciones, la forma de ser, los secretos y miles de detalles más de países que habiendo o no visitado no me he parado a entender.
He tenido la oportunidad de aprender de Bélgica todas esas cosas que no se escriben en los libros, observando y charlando con mis amigos belgas. Nos hemos reído dándonos cuenta de cómo de diferentes pero iguales éramos, nos hemos sorprendido al darnos cuenta de que no todo funciona igual en todos los sitios y para lo que algunos nos puede resultar lo más básico del mundo, en otro lugar de este puede ser una completa locura.
Me he dado cuenta de que cualquiera puede coger un vuelo y visitar una ciudad como Praga o Bruselas, pero poca gente tiene la oportunidad de ver todos los rincones y sorpresas que esconde una pequeña pero mágica ciudad cómo Brujas.
Mi nombre es Luna, tengo 20 años y vivo en Madrid. En general soy una apasionada de la vida, de los viajes, el arte, la música, el baile, el surf, el mar, la escalada… todo lo que suponga una aventura para mí siempre será un SÍ.
Este semestre mi aventura comienza fuerte: me he mudado a Brujas ¡La ciudad de ensueño! Y aunque apenas lleve aquí una semana, os puedo asegurar que así es. Todas las calles están bañadas de un aura especial, casi mágica.
Recuerdo una de las primeras noches aquí, entre las vacaciones y la lluvia las calles estaban vacías. Paseando a la luz de las farolas, sentí como si me transportara a otra era… Los suelos empedrados, el musgo creciendo por las paredes de una gran iglesia gótica, cuyas vidrieras relucían con luz propia. Todo parecía salido de un precioso y enigmático cuento medieval.