Cabalgaba yo ayer a lomos de mi bicicleta por las apacibles calles de Lovaina en dirección a mi cálida y acogedora morada, cuando el grito de una mujer me urgió a detenerme. El elevado tono del alarido y su agudísimo timbre no me hacían augurar nada bueno. Y, en efecto, no me esperaba nada bueno.
La (modo ironía: on) amabilísima señora (modo ironía: off) era una policía secreta que me detuvo y me pidió la identificación. Junto a mí, otros cuatro ciclistas también fueron instados a identificarse. Nos miramos los cinco algo aturdidos, conscientes de que algo malo habríamos hecho pero sin saber bien qué. Tras mostrar nuestro variado surtido de documentos de identidad (aquello parecía el principio de un chiste: “van en bici un español, un belga, un italiano, una holandesa y un japonés…”), llegó la esperada explicación por parte de la agente de la autoridad (en inglés como suele ocurrir en estos casos de mejunje multicultural).
“Estáis circulando en dirección contraria, esta acción está sancionada con 150 euros”.
Cuando ya estaba planeando yo mi fuga (esta vez sería en el sentido correcto, al menos), llegó la buena nueva:
“Como sois ciclistas, en vez de 150 euros son 75”.
Entonces, yo que soy una persona muy optimista, de esas que ven el vaso medio lleno, decidí no escuchar la voz del Michael Scofield que todos llevamos dentro, cancelar mi plan de huida y tomarme la noticia como si de una ganancia de 75 euros se tratase (por aquello de que inicialmente pensaba que serían 150). Sí, tenéis razón, con esta forma de pensar tengo bastante complicado ganar el Nobel algún día.
En cualquier caso, además de con la satisfacción por mi ganancia de 75 euros (siempre se puede convertir en ganancia de 150 euros si la multa no llega), regresé a casa con la lección bien aprendida. Y es que la regla de los prohibidos en bicicleta es de esas que infringes tantas veces que al final acabas por olvidar que existe. Después del episodio de ayer, creedme que ya no se me olvidará. En Lovaina además circulan pocos coches por lo que uno no tiene la sensación de estar poniendo su vida permanentemente en peligro pero, qué duda cabe, de que el bolsillo sí que lo está. Aquí las bicicletas son consideradas un medio de transporte como cualquier otro, por lo que hay que tener cuidado de aparcar la bicicleta en los espacios habilitados para ello, llevar las luces encendidas si circulas por la noche, respetar las señales, etc.
Las normas de la circulación ciclista en Lovaina las podréis conocer si acudís a los Orientation Days que organiza la universidad con anterioridad al inicio de las clases. Veréis que son fáciles de entender y muy intuitivas… aunque a algunos se nos olvide respetarlas de vez en cuando.
Me llamo Juan Pastor Merchante y tendré la suerte de ser el Corresponsal Erasmus en Lovaina entre febrero y junio de 2013. Tengo 22 años, soy de Madrid y estudio Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Katholiek Universiteit Leuven, aunque hasta este año lo venía haciendo en la Universidad Autónoma de Madrid.
Mi experiencia Erasmus en Lovaina comenzó en septiembre del año pasado por lo que ya casi me siento un lovaniense más. En estos meses me he impregnado de la ciudad y espero ser capaz de trasladaros la experiencia de un Erasmus en Lovaina de la forma más precisa posible.