La mayoría de personas que estamos viviendo aquí, en Bruselas, de Erasmus, trabajando e incluso las que vienen de vacaciones siempre sacan un momento para atravesar las mil paradas de metro hasta llegar a Heysel, la parada donde se encuentra el famoso símbolo de Bruselas: el Atomium.
Pero hace unos días descubrí un secreto, un secreto que me hizo sentirme especial entre toda la gente que viene a echarse fotos desde lejos, un secreto que va mucho más allá de ser turista en esta ciudad.
Cuando viene a visitarte la familia a tu nuevo país de residencia, es inevitable que quieras mostrarle todo lo que tiene Bruselas y que les encante en los pocos días que están aquí (aunque con el tono navideño que ahora invade Bruselas, a quién no le va a encantar…). Pues bien, harta de hacer las cosas por mi cuenta, hablé con un guía políglota graciosísimo del Atomium por teléfono para pedirle que nos enseñase la otra cara del Monumento. Se quedó un poco extrañado cuando le dije que quería ver lo que los turistas no veían normalmente así que, no se ni cómo, le pareció una idea interesante y accedió.
Vamos, que pedí un guía porque siempre vamos de listos y creemos que no necesitamos a nadie para que nos explique lo que es obvio, pero tengo que deciros algo: siempre es mejor hablar con alguien que sepa más que tú: Aprendes.
Lo primero que hice fue entrar dentro del átomo gigante, ya que poca gente lo hace debido al coste, a las colas, o a lo que sea. Ese día no había gente y yo quería subir por el ascensor y comer arriba, en la última esfera. Y menudas vistas, fue una experiencia increíble que recomiendo a todos. Más tarde apareció el guía y nos contó lo más importante y que debíamos saber de él.
El Atomium como tal, fue construido únicamente para la Exposición General de primera categoría de Bruselas de 1958 y posteriormente derribarlo. No lo entendí y se ve que ellos tampoco porque al final lo acabaron dejando (eso sí, reemplazando las placas antiguas que se acababan cayendo por acero inoxidable).
Nos enseñó sus vistas y qué se podía observar, así como el estadio de Heysel donde en mayo del año 1985 sucedió la llamada “Tragedia de Heysel” en el que murieron 39 aficionados (32 italianos seguidores de la Juventus, cuatro belgas, dos franceses y un británico) a causa de una avalancha de aficionados en la final de la Copa de Europa. Fue una anécdota interesante que yo desconocía totalmente, además el guía nos comentó que su padre estuvo allí cuando sucedió.
Tras esta breve introducción nos llevo a la acción. A las puertas cerradas a las que había que levantar el cordón de “no trespassing”. “Para subir, es interesante hacerlo en ascensor por lo rápido que se eleva, pero bajar… yo prefiero las escaleras”-Nos dijo. Y así lo hicimos, muchísimas escaleras y casi un mareo de una esfera a otra. Sentías que estabas pasando por algo casi en el aire, e incluso pasamos a dos esferas no abiertas al público.
Finalmente, llegamos a la esfera que asemeja gotas de agua como dormitorios para niños de excursión diseñada por un arquitecto español, (algo muy curioso). Por 25€ los niños hacen una excursión y duermen en la esfera.
Otra esfera dedica su espacio a los inventos revolucionarios y a sus creadores como son; las gafas de Google (¡las pude ver de cerca!), el velcro, el boli bic, el casco de albañil, la dinamita…
Fue una visita muy divertida y os aconsejo que contéis con alguien que os pueda enseñar más de lo que vosotros sabéis o creéis saber… ¡MERECE LA PENA!
Soy Mayte Hervás y seré la nueva corresponsal Erasmus durante los próximos 5 meses en la ciudad de Bruselas. Lo cierto es que tengo muchas ganas de empezar esta nueva etapa en el blog, en el que podréis echar un vistazo a mi forma de ver la vida belga con alegría y humor, aunque también seré seria cuando tenga que serlo.
Curiosear por el extranjero es una gran virtud que se instaló en mí desde muy pequeña y por ello he esperado tres largos años de mi carrera de traducción para poder conseguirlo. ¡Me voy a Bruselas, y encima corresponsal!
Bruselas siempre ha captado mi atención, no solo por ser el centro neurálgico de Europa, sino por las diferencias culturales que existen entre la capital de Bélgica y España. Toda mi vida he vivido en una pequeña ciudad de Albacete (Hellín) y desde que me fui a estudiar he estado viviendo en Alicante; ambas ciudades completamente opuestas a la capital grande y europea que me va a acoger este año.La cantidad de eventos musicales que oferta Bélgica, que va desde pequeñas salas con música en directo hasta festivales, ¡me tiene impaciente por llegar!