Una oportunidad que no os podéis perder si viajáis a Brujas, es visitar la cervecera De Halve Maan, es decir, la media luna, que forma parte del patrimonio brujense desde que la levantara en 1856 y es la única que se ha mantenido en activo hasta hoy en plena ciudad.
Esta empresa familiar ha sobrevivido a los embates del tiempo y sigue deleitando nuestros paladares con dos cervezas únicas de alta fermentación, la Brugse Zot y la Straffe Hendrik, elaboradas con el saber acumulado durante más de un siglo. Ambas tienen su particular historia: la primera lleva por nombre el apodo que recibieron los brujenses en 1488, los “locos de Brujas” por unas palabras del emperador Maximiliano de Austria, mientras que la Straffe Hendrik (fuerte Henry) fue creada para la inauguración de la estatua de San Arnoldo, santo patrono de los cerveceros, en Brujas y debe su nombre a los numerosos y valientes Henri(k)s en la familia Maes (cuatro Henri se han sucedido a la cabeza de la cervecera).
Durante las seis generaciones de cerveceros que se han ido sucediendo, la cervecera ha ido cambiando. Una gran renovación ha sido llevada a cabo recientemente con el propósito de modernizar la maquinaria pero las nuevas instalaciones no han desplazado las antiguas, así que es un museo perfecto para descubrir la evolución de las técnicas de producción de cerveza. De hecho, el firme propósito de la familia Maes de mantener la producción en pleno centro de Brujas y combinarla con la función museística muestra su deseo de continuar con la tradición por encima de todo.
Todo esto nos lo descubren en la visita guiada por sus instalaciones que acaba con unas preciosas vistas desde el tejado sobre todo Brujas.
Dura unos tres cuartos de hora, los grupos reducidos permiten una atención personalizada del guía (el que me tocó era extraordinariamente amable y transmitía su pasión por la empresa familiar, pocos guías se encuentran así). Las visitas son todos los días de 11 a 16 horas (los sábados hasta las 17h) y puede elegirse entre inglés, francés y neerlandés.
Además la visita se puede complementar con un almuerzo en su restaurante o una de sus cervezas producidas allí mismo en su animada terraza (la visita incluye una Brugse Zot Blond, sin filtrar totalmente, una oportunidad única para apreciar una cerveza con todos sus aromas intactos). Si os animáis en su tienda podéis llevaros como recuerdo unas cuantas de sus cervezas.
Un plan perfecto, por 8,5 euros visita guiada, vistas de la ciudad y cerveza en su terraza, un plan 10 para acabar la tarde en Brujas.