Cuando los primeros rayos primaverales empiezan a abrirse entre las nubes, los colores de las ciudades flamencas cambian completamente. Las calles se llenan de vida, aparecen terrazas donde no sabías que había un bar y los parques se visten de flores de almendro que invitan a comer al son del tarareo de los pájaros y el susurro de los canales.
Si hay ciudad agradecida a las visitas esporádicas del sol por la región flamenca es Lovaina, razón suficiente para aprovechar un buen domingo descubriendo los rincones que hacen de Lovaina una de las principales ciudades del arte de la región.
En nuestra caminata por una ciudad invadida de estudiantes, lo primero que sorprende es el gran obelisco que preside la plaza Martelarenplein (o plaza de los Mártires). Se trata de un monumento alzado tras la I Guerra Mundial (1925) en conmemoración a los 200 lovanienses fusilados con la invasión de la ciudad por parte de los alemanes, así como todos los destrozos causados durante la Gran Guerra.
En esta plaza podemos encontrar el nuevo Ayuntamiento de la ciudad y la sala de conciertos Het Depot. Además, la restauración de las estaciones de tren y autobús fue realizada por un arquitecto español: Manuel de Solà-Morales.
Dejando atrás la estación por la calle Bondgenotenlaan, nos topamos con Fuente de la Sabiduría o Fonske; una escultura del belga Jef Claerhout quien intentaba plasmar de manera algo polémica el balance ideal entre la sabiduría adquirida por el estudiante mediante el libro y la diversión representada con la cerveza en la que se baña, aunque actualmente se interprete como un baño de “sabiduría”, un poco más sutil.
Ya en la plaza Grote Markt, no puede faltar la típica foto de Lovaina: su Ayuntamiento. De estilo gótico brabanzón, este imponente edificio se mantiene en pie desde 1469, resistiendo a las dos guerras mundiales que asolaron Lovaina. Las 236 figuras que representan personajes influentes de la ciudad así como bíblicos no pasarán desapercibidas ante los ojos del visitante.
En esta misma plaza podemos encontrar la Iglesia de San Pedro (S. XV), con un campanario que no llegó a finalizarse, y el edificio de la Mesa Redonda o Tafelrond, centrado en la actividad de los gremios. Como curiosidad cabe destacar que la Iglesia de San Pedro es una de las dos únicas en el mundo que posee el título de Iglesia Magistral, siendo todos sus canónigos doctores en teología.
Continuando por Naamsestraat nos encontraremos con la Capilla de San Antonio, en Damiaanplein. Dicha plaza recibe su nombre del Padre Damián, un sacerdote belga canonizado en 2009 por su coraje y valentía ante una enfermedad que se llevó consigo a miles de víctimas durante el siglo XIX: la lepra. No dudó el misionero en dar toda su ayuda a las Islas Hawaii contrayendo él mismo la enfermedad. Sus restos descansan en la Capilla de San Antonio.
Reponer fuerzas con el fin de aguantar el resto del recorrido no se hace difícil en Oude Markt, donde más de 30 locales ofrecen todo tipo de comidas (y para todos los bolsillos) en la que muchos nombran “la barra más larga del mundo”, ya que las terrazas de los restaurantes y cafeterías acaban uniéndose formando un verdadero BAR en letras mayúsculas. El ambiente estudiantil tanto de día como de noche está asegurado.
No muy alejado de Oude Markt se sitúa la plaza Monseigneur Ladeuzeplein, lugar de festivales, conciertos y reuniones universitarias a la sombra de la imponente fachada de la Biblioteca de la Universidad de Lovaina. En Ladeuzeplein reside uno de los símbolos más populares de Lovaina, el Totem; un escarabajo atravesado por un alfiler de 23 metros de altura, regalo del escultor Jan Fabre por el 575 cumpleaños de la universidad. ¿Y cuál es su sentido? En palabras del autor, “la yuxtaposición del irreal escarabajo frente a la fachada neoclásica captura perfectamente el espíritu de una ciudad como Lovaina.”
Con la madera como protagonista y un aura de estudio digno de una universidad con historia, el interior de la biblioteca es más que recomendable. Además, por 5€ como tarifa reducida u 8€ precio normal puede accederse al segundo carrillón más grande de Bélgica con un total de 36 campanas. Las vistas, indescriptibles.
Aunque si dispones de un presupuesto muy ajustado para visitar la capital brabántica, puedes disfrutar de una panorámica inigualable de la ciudad desde el parque de la Abadía Keizersberg, un lugar menos frecuentado por los turistas donde lovanienses disfrutan de una cerveza o un buen libro a la sombra de árboles centenarios que rocían el ambiente de un aroma limpio y puro.
Nuestra última parada en un día más que completo se centrará en el Gran Beguinaje o Groot Begijnhof, cuya singularidad reside en que actualmente sus 300 viviendas están ocupadas por estudiantes y miembros de la universidad tras el fallecimiento de la última beguina en 1988. Este verdadero pueblo nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco a orillas del Dijle invita a perderse entre sus estrechas callejuelas adoquinadas y jardines esparcidos por todo el beaterio, más aún en primavera, cuando al verdor de la hierba deja paso a los colores blancos y rosados de las florecillas que buscan un poco de sol.
Con este tour por Lovaina espero animaros a visitar la ciudad flamenca de los estudiantes.