Entre los muchos rincones sorprendentes de Bruselas, el Palacio de Justicia es uno de esos lugares que de verdad impactan. No solo por su tamaño —que es descomunal—, sino también por la atmósfera que se respira en cuanto te acercas.
Construido en el siglo XIX, es uno de los edificios más grandes de su época, y lo cierto es que sigue imponiendo respeto hoy en día. Desde la distancia ya llama la atención, pero al llegar delante, las proporciones son casi irreales. Subir las escaleras y entrar es toda una experiencia: techos altísimos, columnas gigantescas, un espacio que te hace sentir pequeñísimo.
Aunque sigue funcionando como edificio judicial, algunas zonas se pueden visitar libremente y la entrada es gratuita. Solo pasear por su interior ya vale la pena, pero además, muy cerca de la entrada principal, hay un ascensor público que conecta con el barrio de los Marolles. Desde allí, tienes una de las mejores vistas de toda Bruselas, sobre todo si pillas un buen atardecer.
Un detalle curioso es que el Palacio ha estado envuelto en obras de restauración durante décadas. Los andamios, que se instalaron en los años 80 como medida de seguridad, se han convertido en parte del paisaje urbano. Sin embargo, en agosto de 2023, comenzaron las obras de restauración de la fachada principal, con el objetivo de devolverle su esplendor original. En princio, se espera que la restauración completa de la fachada principal acabe a finales de este año, y que el edificio esté completamente libre de andamios para 2030, coincidiendo con el bicentenario de Bélgica.
Y si te interesa la historia, este edificio tiene mucha. Fue diseñado por el arquitecto Joseph Poelaert, y su construcción generó bastante polémica: para levantarlo, se derribó casi todo el antiguo barrio de los Marolles, lo que provocó el enfado de los habitantes de la zona. A día de hoy, muchos locales siguen teniendo sentimientos encontrados hacia este coloso de piedra.
Personalmente, como estudiante de Derecho, salí de allí con una sensación increíble. No es solo un edificio monumental: dentro se respira el peso de la justicia y del derecho en mayúsculas, y todo cobra otra dimensión. No hace falta ser jurista para disfrutarlo, pero si te interesa mínimamente la historia, la arquitectura o el mundo judicial, te aseguro que te va a fascinar.
Así, si quieres salir un poco de los típicos planes turísticos y descubrir uno de los lugares más auténticos de Bruselas, apunta el Palacio de Justicia en tu lista. Es gratuito, está cerca del centro y te aseguro que no deja indiferente.

¡Hola a todos! Me llamo Omayma Arkoubi y tengo 21 años. Apasionada del arte y estudiante de Derecho cursando mi último año, he cambiado momentáneamente Barcelona por Flandes para explorar todo lo que tiene para ofrecer. En concreto, estoy realizando mi erasmus en la ciudad de Amberes. Como corresponsal de arte, quiero llevaros conmigo a descubrir museos, rincones con historia y todo el patrimonio que esta región esconde. Me ilusiona compartir cada hallazgo con vosotros. ¡Acompañadme en esta aventura!