¡Como lo lees! Podemos encontrar la estatua del niño que nunca crece en la capital de Europa. Pero, ¿qué está haciendo Peter Pan en Bruselas?
Si te encuentras en el centro de Bruselas y visitas el Mont des Arts o el Palacio de Bruselas, a tan sólo unos minutos en dirección a la Porte de Namur, encontrarás otro enorme recinto: el Palacio de Egmont, una enorme mansión del siglo 16 mandada construir por Françoise de Luxemburgo y su hijo (el Conde de Egmont). Ha sido restaurada tantas veces, que hoy en día se pueden apreciar distintos estilos arquitectónicos (gótico flamenco -que fue una novedad para la época-, renacentista, neoclasicista…). Actualmente, alberga el Ministerio de Asuntos Exteriores, se reciben a embajadores e importantes dirigentes y se llevan a cabo, en su interior, importantes eventos.
Si pasas de largo, justo al acabar el edificio, encontrarás el Parque Egmont, otro de los enclaves verdes de la ciudad que pasa desapercibido en las guías y está formado por unos preciosos jardines que te permiten disfrutar del clima en cualquier estación del año.
Ahí es donde se encuentra, desde 1924, la estatua de Peter Pan, réplica en bronce de la original expuesta en Londres. Esta estatua, basada en la mundialmente conocida obra de J.M. Barrie, fue un regalo del propio escultor George Frampton a la ciudad belga y simboliza (como indica su inscripción) “un vínculo de amistad entre los niños de Gran Bretaña y los niños de Bélgica”, que jugaban en ese parque durante la Primera Guerra Mundial. No fue hasta 1974 (o sea, cincuenta años después) que fue considerada un monumento más de la ciudad y, desde entonces, ha sido sacada del parque sólo dos veces, para poder restaurarla (volvieron a colocar la flauta a Peter y las orejas de los conejos y eliminaron los restos de balas de las estatuas que databan de la Segunda Guerra Mundial.
También, podemos encontrar una estatua del príncipe Carlos Joseph de Ligne, que fue colocada en el parque con motivo del segundo centenario de su nacimiento.
O disfrutar de los antiguos yacimientos del parque, que sobresalen entre los arbustos y árboles (algunos, con más de cien años de antigüedad), así como las madrigueras y la fauna que recorre el lugar y lo dota de un ambiente cálido y rural, perfecto para los que, como yo, amamos la naturaleza y buscamos un rincón lleno de paz, en plena ciudad.
Y si todavía necesitáis una excusa más para visitarlo, el antiguo invernadero de naranjos es, en la actualidad, un cálido restaurante con terraza y hace que todavía se disfrute más un soleado día en la ciudad.
Tanto el Palacio como el parque forman parte hoy en día del estado belga. No obstante, os dejo aquí una curiosidad sobre los Condes de Egmont Y añadir, para concluir el psot de hoy, que tanto la entrada al parque como la visita al palacio, son gratuitas.