Una de las reservas naturales mejor conservadas de Gante.
Comencé mi ruta en bici por Gante con la intención de visitar el pequeño pueblo de Vinderhoute, en Flandes oriental, que se sitúa a unos 32 minutos en bici desde Gante. Os recomiendo que comencéis la ruta desde Gante (ya sabéis que podéis llevar la bici en el tren). Esta ruta tiene como objetivo llegar al parque natural de Vijvermolenmeers que se encuentra en el distrito de Gante, Kantons Waarschoot. Abajo del todo os dejo un vídeo de la ruta.
El camino hacía la reserva natural ya en sí merece la pena, os lo digo por si no os apetece llegar hasta tan lejos simplemente hacer parte del camino ya es en sí una excursión interesante.
Una vez que atraveséis el parque vais a llegar a la autovía R4 Binnennring-Drongen. Una vez que crucéis la autovía entráis en un carril (Boostraat) muy accesible para ir en bici, apenas encontré coches y el paisaje cada vez se hace más silvestre y natural. Merece la pena visitar este distrito porque vais a ver dos tipos de arquitectura muy particular. Por un lado vais a poder ver la arquitectura flamenca de las casas rurales en estado puro. Por otro lado vais a ver casas y caserones y castillos. A veces me preguntaba si no estaba en el sur de EEUU viendo algunas mansiones. Os dejo un par de ejemplos muy característicos de casas rurales flamencas.
Una vez que os alejéis de las casas de campo vais a llegar al núcleo rural de la zona. Donde se encuentra una cafetería (De Zutter) con patio interior muy recomendable si llegáis muy cansados de la ruta y os apetece tomaros algo. Justo enfrente tenéis la Iglesia de «Sint-Baafskerk Vinderhoute» con más de 130 años de antigüedad merece la pena recorrer su cementerio. Se ponen los pelos de punta al pensar que aquel lugar tuvo un papel muy destacado durante las guerras mundiales.
Una vez hayáis cogido fuerzas en la plaza del pueblo es el momento de seguir el itinerario. Si os dirigís por Bergstraat en dirección hacía el viajo molino «Van Vlaenderensmolen Vinderhoute» vais a pasar por una antigua capilla muy peculiar. No hay ningún cartel indicativo, pero una vecina muy amable que me vio curioseando me abrió la puerta para que pudiera entrar y me explicó que la capilla data de 1684 pero que fue reconstruida por los americanos pues quedó arrasada tras la Segunda Guerra Mundial.
Visto es seguir recto en dirección al antiguo molino. Son muy famosos los molinos de viento holandeses pero de los molinos flamencos hay mucha menos información (prometo hacer propiamente un post sobre esto). Este en concreto tiene más de cuatro siglos de antigüedad pero ha sido reformado en casa hace muy poco. Aquí podéis visitar su página web. Es sorprendente poder ver el molino por dentro. Actualmente es una propiedad privada pero el dueño es muy amable y si le preguntáis no tendrá problema en enseñarlo.
Desde el molino hasta la reserva natural no hay más de 10 minutos, pero yo me perdí un poco así que os recomiendo ir muy pedinetes del mapa. Tensareis que atravesar un carril de tierra entre plantaciones de maíz.
Aunque hacía un día de mucho calor y llevaba bastante tiempo en la bici, no me pude bañar porque es un espacio protegido. Aquí podéis encontrar especies autóctonas como la Gaviota Reidora, el Pato Real, el Pato Crestado…etc. Desde luego es una clase de biología en vivo y en directo. Las especies autóctonas no están a la vista pero tendréis a vuestra disposición cabinas de observación para camuflaros y no ser vistos.
Os recomiendo encarecidamente que os llevéis, un buen libro o simplemente una esterilla para tumbaros y desconectar un poco, os aseguro que el lugar no os va a dejar indiferentes. Pero eso sí, tened en cuenta en todo momento que estáis en un espacio protegido y por tanto se espera de los visitantes que se camuflen en el entorno.