He visitado algunas de las ciudades más top del mundo (Nueva York, París, Roma y Milán, Londres, Ámsterdam, Shanghái, Washington D.C., Estambul…), sin embargo, siempre que me preguntan por mi ciudad favorita elijo la capital europea sin dudarlo. Para mí, Bruselas es una de las ciudades más cosmopolitas del mundo (ni en Nueva York fui testigo de tanta diversidad cultural, ¡lo juro!). No quiero sonar presuntuosa, pero creedme cuando os digo que Bruselas, además de ser la capital de Europa, es la capital de la creatividad, del emprendimiento, de la diversidad y de la innovación. Bruselas es un lugar para probar cosas nuevas, y un buen sitio donde ir a buscar inspiración.
Sin duda, uno de los sitios más inspiradores de la capital es el barrio de Les Marolles, uno de los distritos más hipsters de Bruselas, ubicado justo en la parte sur del Pentágono de Bruselas. El barrio de Les Marolles siempre ha acogido a los habitantes más desfavorecidos de la capital, pero también a los más enamorados de la libertad. El escultor Maurice Wolf realizó el “Monumento a los vivos”, inaugurado en 1933, en homenaje al espíritu rebelde y festivo del barrio. Rebeldía, un título que sus habitantes se ganaron a pleno derecho con sus constantes revueltas en busca de la justicia y libertad. Precisamente aquí es donde estallaron las primeras luchas urbanas por una renovación respetuosa del tejido urbano y social.
Hoy, Les Marolles es uno de los distritos más artísticos de Bruselas, donde se concentran gran parte de las galerías de arte de la ciudad, una gran cantidad de cafeterías temáticas, tiendas vintage y de segunda mano y negocios muy singulares. Las calles están llenas de street art e incluso hay tiendas que exponen parte de sus productos fuera, formando agradables mercadillos. Uno de los mercados más importantes de Bruselas, el Mercado de las Pulgas, se ubica justo en este barrio, en la Place du Jeu de Balle. Es un mercado de segunda mano donde la gente vende todo tipo de cosas esparcidas por el suelo sobre mantas, cartones o inestables mesas. Allí se vende de todo, desde discos viejos, ropa, zapatos, cuadros y lámparas, hasta muebles y sofás.
Sin duda, ir a Bruselas sin pasar por el barrio de Les Marolles es una visita descafeinada. Así que, ya sabes, cógete un café y déjate conquistar por el barrio hipster de la capital.
Soy Núria, una catalana de veintidós años que lleva esperando su Erasmus en Flandes desde antes de empezar la carrera. Me encanta leer, escribir y hablar. Escuchar también, me encanta aprender cosas nuevas. No podría vivir sin arte. Cuando estoy triste escucho música y cuando estoy feliz también. Amo comer, supongo que el amor por la comida me viene de mi padre. En mi casa, siempre hemos sido de probar platos típicos de otras culturas, y no solo eso, de aprender a cocinarlos también.
Desde los catorce, tuve claro a qué me quería dedicar. Mi sueño era bastante específico: estudiar periodismo en Madrid. Luego, llegó el bachillerato y con ello las clases de economía. Nunca pensé que me fuera a gustar algo así, pero vaya si me gustó… La economía me generaba una curiosidad tan grande, que la puse de primera opción junto con ADE. De esta forma, en 2016, empecé un doble grado en economía y ADE. Descubrí un mundo nuevo, y fui consciente de lo importante que era la economía para ayudar a la gente. Comprendí que los economistas son importantes, pero no para lo que cree la mayoría de la gente. Ellos pueden elaborar modelos para reducir la pobreza, extinguir la corrupción e incluso evitar guerras. A medida que aprendía más cosas, mi amor por la economía crecía. Hoy, la economía me apasiona, de esto no tengo ninguna duda, pero el periodismo aún forma parte de mí.