La torre más popular de Brujas, comúnmente conocida como Belfort, es un campanario medieval del siglo XIII, situado en pleno centro histórico de la ciudad. Tiene 83 metros de altura, repartidos en 366 escalones, y quién se atreve a subirlos, es recompensado con una impresionante vista panorámica de Brujas y sus alrededores.
Pero lo más especial del campanario, es sin duda, su repertorio de canciones. Un día puedes ir tranquilamente caminando por el canal Groenerei y que de repente empiece a sonar “Let it be” de The Beatles, tocada con el carrillón automático de la torre.
Normalmente, el repertorio musical se renueva cada dos años, durante la semana previa a Pascua. Se eligen canciones que se puedan vincular a la actualidad, dentro de las limitadas posibilidades técnicas del tambor.
Por ejemplo, durante los años 2014-2016, se eligió música que encajaba con aquel período (en cual se hizo una especial conmemoración a la Primera Guerra Mundial). Durante las horas punta, sonaban “Roses of Picardy” y “It’s a long, long way to Tipperary”, dos de las canciones de soldados ingleses e irlandeses más populares de la Primera Guerra Mundial. Cada cuarto de hora sonaba “Iper, 0 Iper, hoe toont gy u verheugt”, cada media hora “La Madelon”, y cada tres cuartos “Ode an die Freude”.
Actualmente, además de hacer conciertos especiales con el carillón, la gente puede solicitar canciones: desde Bach hasta The Beatles, la mayoría son factibles.
Así qué si tienes la oportunidad de pasear por las calles brujenses algun día, estate atento a la música, puede que suene tu canción favorita.
Soy Núria, una catalana de veintidós años que lleva esperando su Erasmus en Flandes desde antes de empezar la carrera. Me encanta leer, escribir y hablar. Escuchar también, me encanta aprender cosas nuevas. No podría vivir sin arte. Cuando estoy triste escucho música y cuando estoy feliz también. Amo comer, supongo que el amor por la comida me viene de mi padre. En mi casa, siempre hemos sido de probar platos típicos de otras culturas, y no solo eso, de aprender a cocinarlos también.
Desde los catorce, tuve claro a qué me quería dedicar. Mi sueño era bastante específico: estudiar periodismo en Madrid. Luego, llegó el bachillerato y con ello las clases de economía. Nunca pensé que me fuera a gustar algo así, pero vaya si me gustó… La economía me generaba una curiosidad tan grande, que la puse de primera opción junto con ADE. De esta forma, en 2016, empecé un doble grado en economía y ADE. Descubrí un mundo nuevo, y fui consciente de lo importante que era la economía para ayudar a la gente. Comprendí que los economistas son importantes, pero no para lo que cree la mayoría de la gente. Ellos pueden elaborar modelos para reducir la pobreza, extinguir la corrupción e incluso evitar guerras. A medida que aprendía más cosas, mi amor por la economía crecía. Hoy, la economía me apasiona, de esto no tengo ninguna duda, pero el periodismo aún forma parte de mí.