Los miedos irracionales son parte de nosotros. Todo el mundo siente pavor por algo grande como un desastre natural o un remake de una película de zombies en la vida real, pero todos tenemos ese algo que, aunque no sea muy lógico, nos asusta. O por lo menos, nos da repelús. En mi caso, ese sentimiento de «mantén la calma, por favor, que no es nada» lo tengo con las abejas y las avispas.
Hay montones de formas de paliar los miedos, tanto poco a poco, como de golpe: tirarse directamente a la piscina antes de llegar al uno en la cuenta atrás, dejarse la luz del baño encendida, dormir con la sábana tapándonos por completo o morderse la lengua mientras nuestra abeja Maya particular hace bailes de salón a nuestro alrededor.
Nunca me ha funcionado ninguno.
Hasta que llegué a Bruselas, y es que ha sido en la Rue l’Etuve donde he encontrado el único panal del que quiero estar cerca el resto de mi vida: el gofre.
Específicamente, esta cura para el temor se llama «Le Funambule», y es una pequeño local de gofres que, igual que las churrerías de cuando éramos pequeños, está integrado en la pared de la calle. Esto significa que no podemos tomarnos este regalo para los sentidos dentro del local, pero sí pasear por las calles colindantes y zonas como Mont des Arts mientras probamos el sabor de la felicidad.
Como buen quitamiedos, en este pequeño establecimiento podemos probar muchísimos ingredientes distintos que añadir sobre el gofre: chocolate, frutas como plátano o fresa, nata, mermelada, etc. Normalmente, si pones algunos de estos toppings, el precio suele ser de unos 2.50€. Sin embargo, si pides uno que solamente tenga azúcar glass por encima, te gastarías 2€, ¡y comes más! Y es que pidiéndote la opción de gofre más simple te dan de regalo un granizado.
Si venís a este local, muy probablemente lo sintáis: abrumadora confusión. «¿Cómo materializar en comida este maravilloso olor?, ¿qué me pido?» Aquí, todos los gofres están muy bien hechos: un poco crujiente por fuera por el azúcar cristalizado, pero blandito y tierno por dentro. Por eso, yo recomendaría pedir la versión simple, porque es así cómo realmente puedes disfrutar de la masa y de su sabor más puro.
De todas formas, siempre podéis probar diferentes sabores. Al fin y al cabo, el objetivo es quitarnos el miedo, y yo creo que todavía me faltan algunos gofres más para que los panales de abejas no sean más que delicias belgas a las que se le ha añadido miel como topping.
¡Muy buen día, valientes!
Me llamo Marina Carrasco Valero, estudio Periodismo y Comunicación Audiovisual, y este primer cuatrimestre voy a ser vuestra corresponsal Erasmus en Bruselas. Durante los próximos cinco meses, voy a ser la pequeña puerta que os lleve a tocar, paladear, ver (aunque con un poco de miopía), oler y oír Bruselas. Juntos vamos a descubrir sus secretos, exhibiciones, conciertos, festivales…