¡Qué fechas tan bonitas las navideñas! Las calles y las plazas se engalanan, luces y colores explotan por todas partes, y las personitas más pequeñas, los niños, se vuelven las protagonistas de una atmósfera jovial y alegre como ninguna. Por todas las ciudades de Europa surgen mercadillos navideños capaces de quitar el hipo: en Alemania, Francia, Suiza…y por supuesto en Bélgica. El mercadillo y el espectáculo de luces en la Grand Place de Bruselas quitan la respiración. En Amberes los villancicos han conquistado todo el centro de la ciudad. Y Gante no iba a ser menos.
Cuando se empezó a montar el mercadillo aquí, quedé totalmente asombrado por su extensión: nada de una plaza o una calle, el mercadillo navideño de Gante ocupa todo el espacio posible dentro del centro de la ciudad: Sint-Baafsplein, Emile Braunplein, Korenmarkt, Vrijdagmarkt, y Sint Veerleplein. Esto es muchísimo terreno que cubrir, así que vamos allá:
En la plaza frente a la Catedral (Sint-Baafsplein) lo primero que nos sorprenderá es un iluminadísimo árbol navideño, que es al mismo tiempo una atracción para los más peques. Por supuesto, y como buena atracción de feria por muy bonito que sea, los villancicos están puestos a todo volumen, dando banda sonora a toda la plaza.
En esta plaza ya vamos a encontrarnos los tres pilares de todo el mercadillo: comida y bebida, regalos, y atracciones. Hay dos tiendas que me llamaron la atención en esta plaza: por un lado, esculturas de cristal con plantas en su interior, que si bien se corre el riesgo de transportarlas hasta España, me parecen totalmente preciosas para decorar cualquier hogar. La otra tienda es esta:
Todo son piezas de madera hechas a mano, con un gusto exquisito. Si os fijáis en ellas, el veteado de la madera es totalmente visible ¿por qué? Porque las pinturas empleadas son todas biológicas, de forma que, el color, aunque vivo, no es tan intenso como aquellos basados en plásticos o químicos.
En esta plaza solía haber una fuente, ¿qué ha pasado con ella? Básicamente se ha construido una gran carpa en torno a ella, que ahora hace las veces de un animadísimo bar. Además, algo que me ha llamado mucho la atención de esta clase de bares de los mercadillos navideños es su ambiente, más parecido a unas fiestas populares que a uno de los muchos pubs que se encuentran por toda la ciudad. Personas de todas las edades hablando, riendo y bailando, y, por supuesto, bebiendo glühwein, el vino caliente originario de Alemania, y que no podéis iros sin probar.
Si continuamos andando, vamos a rodear el Belfort por la derecha, pasando por un par de tiendas de chocolate. Comprobado: la tentación de su olor es demasiado fuerte. En el otro lado vamos a tener dos opciones, ir hacia el ayuntamiento, una zona llena de tiendas de ropa de invierno de diferentes países (Canadá, Suiza), y otras de quesos franceses y otros manjares.
¿Qué hay bajo el pabellón de la ciudad? Nada más y nada menos que la pista de hielo, una de las más bellas que he visto este invierno, con una iluminación muy acorde y lámparas de araña colgando del techo…una maravilla. El precio son 7 euros por hora, recomendado patinar alguna vez aquí.
Continuará…