Que Flandes naciese de leyendas y fábulas es algo que ya he mencionado previamente en algún que otro post, que estas leyendas también hayan dado origen a los nombres de algunas de las ciudades más conocidas de la región es, posiblemente, una de las curiosidades que muchos desconozcáis. Y es que mi sorpresa no fue menos al descubrir las historias que se ocultan tras nombres como Amberes, Gante o Brujas, historias llenas de fantasía e ilusión, pero capaces de darle sentido a una realidad de origen ficticio, como es Flandes.
Los sufijos más típicos flamencos son –bos (madera o bosque), -burg (ciudad), -damme (dique), -kamp (campo), -brook (riachuelo) o –munster (catedral, abadía), aunque muchas de las ciudades rompen la regla dando origen a nombres cuando menos curiosos.
Entre algunos clásicos, Gante proviene de Ganda, cuyo significado (confluencia) proviene del celta. En el caso de Gante, recibe este nombre por la confluencia de los dos ríos más importantes que serpentean la ciudad: el Lys y el Escalda. Así, el lugar donde nació Gante entre los siglos IX y X recibe el nombre de Portus Ganda, un puerto situado en la confluencia de ambos ríos que desde el 2005 adquirió forma de puerto deportivo.
Muchos pensareis que Brujas es la capital del misterio, de las casas enladrilladas y las calles estrechas, una ciudad de sombras, de trote y carruaje, de nieblas nocturnas y tranquilidad inquietante, un lugar ideal que se ha ganado su nombre a pulso: “Brujas”. Sin embargo, no es por su larga tradición en el mundo de la brujería que la Venecia del Norte reciba este nombre tan característico, sino por las decenas de puentes que invaden el lugar más coqueto de Flandes. Sí, si los españoles hubiésemos adaptado literalmente su topónimo del flamenco, deberíamos llamarla Puentes, puesto que Brugges proviene del noruego antiguo “Bryggia” y su adaptación al holandés “Brug”. Quizá para los españoles del siglo XVI era mucho más fácil buscar la palabra que más se asemejase en nuestra lengua a dicha fonética, encontrando en Brujas la mayor coincidencia.
Aunque sin lugar a dudas, el topónimo que aguarda un pasado lleno de creatividad y fantasía es el de Amberes, en flamenco Antwerpen. Esta palabra compuesta por “Ant” (mano) y “werpen” (lanzar) no tiene un significado en vano. El nombre proviene de la leyenda de Silvio Bravo, según la cual el río Escalda, que también deja su huella en Amberes, estaba custodiado por el gigante Druoon Antigoon, quien cobraba un peaje a todo barco que quisiese comercializar con la ciudad de Amberes. Cualquier capitán que se negase a aceptar el chantaje de Druoon pagaba un precio muy alto: el gigante no dudaba en cortar su mano y lanzarla al río. No fue hasta años después cuando un centurión romano, cansado de las inclemencias que causaba el ogro a los amberinos, decidió pagarle con la misma moneda y dejar a Druoon manco por siempre. Partiendo desde este punto, no es difícil imaginarse por qué Amberes recibió el nombre de “lanza manos”.
¿Conocéis algún topónimo más que esconda otra famosa leyenda? ¡No dudéis en comentar y aportar vuestro granito de arena!
Tot ziens!