Hemos tardado pero al final lo hemos encontrado. Después de ver lo maravilloso que era el Gran Beaterio de Lovaina no podíamos irnos sin ver el pequeño. Que no por su menor tamaño deja de ser encantador. A pesar de tratarse de un conjunto de una calle y dos callejones, sus casitas blancas y la abadía de Santa Gertrudis presidiéndolas lo convierten en otro lugar mágico en medio de Lovaina.
Las primeras referencias a este beaterio datan de 1272, cuando las beatas que vivían junto con los sacerdotes en la abadía fueron trasladadas a estas pequeñas casitas. Su época dorada fue durante los siglos XVI y XVII, época en la que también se construyó la iglesia. Y al igual que el Gran Beaterio empezó a ver su decadencia durante el siglo XIX, aunque sus recursos financieros eran mucho menores.
La iglesia fue derrocada en 1862 y la enfermería de la abadía fue también demolida para dejar sitio a la que por aquel entonces era la fábrica de Stella Artois. No fue hasta hace 15 años cuando se restauró todo este conjunto, pintando las casas otra vez de blanco para darle un aire diferente que al Gran Beaterio. La mitad de las casas fueron vendidas a particulares y el resto es propiedad de los servicios sociales de Lovaina.
Respecto a la abadía de Santa Gertrudis, ésta fue comprada en 1912 por el canónigo Thiéry quién la renovó, y mandó construir “el ala Thiéry” con fragmentos de fachadas de casas señoriales de Lovaina destruidas durante la primera Guerra Mundial. En 1919 las monjas benedictinas crearon un sistema universitario para chicas, pero en 1978 decidieron unirse a la Universidad Católica de Lovaina en Louvain-la-Neuve, de modo que los edificios fueron comprados entonces por el ayuntamiento de Lovaina.
Si visitas el Pequeño Beaterio, ver la abadía de Santa Gertrudis y pasear por su jardín interior son desde luego una obligación.