Patatas. Patatas fritas. Patatas fritas belgas. ¿A quién no le apetecen? Están riquísimas: crujientes por fuera, blandas por dentro y con una mezcla de sabor dulce-salado que no te queda del todo claro, pero que te sabe a gloria. Tampoco podrás resistirte a una de las deliciosas salsas que las acompañan.
¿Sabéis por qué se llama en inglés a las patatas fritas “French Fries”? Igual que con el origen del Manneken Pis, existen varias explicaciones. Una de ellas cuenta que durante la Primera Guerra Mundial, cuando muchos americanos se encontraban en Bélgica luchando cerca de la frontera con Francia, al oír mucho francés, empezaron a llamar a las patatas fritas “french fries”. Otra explicación dice que el verbo en inglés “to french” significa “cortar en trozos”. De ahí la abreviatura de “French Fries” para referirse a “frenched and fried potatoes”.
Pero, ¿cuál es el verdadero secreto de su sabor y textura? Los belgas fríen las patatas fritas dos veces. La primera a fuego lento para que se hagan bien por dentro y la segunda a temperatura alta para que queden bien doradas y crujientes por fuera. De hecho, si vais a una “friterie”, veréis que ya tienen las patatas fritas hechas y que cuando las pedís, las fríen únicamente una vez, hasta que cogen su color dorado.
Lo que nunca puede faltar al pedir este plato son las salsas. Hay para todos los gustos: mayonesa, ketchup, tártara, “andalouse”, samurai (demasiado picante para mi gusto), queso, brasil… ¡Tenéis que probar todas!
Una última curiosidad: si visitáis Brujas y tenéis tiempo, podéis ir al museo de la patata frita, el Friet Museum. Lo encontraréis en un precioso edificio del siglo XIV, en el que se cuentan curiosidades acerca de la patata y las patatas fritas, además de mostrar varios objetos utilizados para manipular las patatas. Además, también podréis degustarlas.
1 comentarios
SI PERO CREO QUE LA FRIEN CON UN ACEITE O GRASA ESPECIAL