Una de las cosas que más me gusta de Amberes es su tranvía. No puedo explicar porque pero me encanta ir en él. Me aporta tranquilidad estar sentada allí, con mi música, mirando por la ventana y viendo las calles de la ciudad en marcha mientras yo sólo paso por ahí, notando en ruido de las vías. Así que hoy quería contaros un poco de la historia del tranvía de Amberes.
El Tranvía de Amberes es una red de tranvía y metro ligero parcialmente soterrado que da servicio a la ciudad belga de Amberes y a su área metropolitana. El primer tramo a tracción eléctrica entró en servicio el 2 de septiembre de 1902, coincidiendo con la apertura del «nuevo tranvía». Actualmente, se encuentran en servicio catorce líneas.
La creación de esta red representa la reintroducción del tranvía en la ciudad como medio de transporte, aunque esta vez con carriles íntegramente dedicados a él y mejor material. De las 158 estaciones actuales, 12 son subterráneas y en 4 hay conexión con S-Trein Antwerpen.
La primera solicitud para la creación de un servicio de tranvía tirado por caballos, llamado entonces tranvía americano, vino de la mano de la empresa E. Paujaurd’hui, dirigida por A. Edvard. Esto tuvo lugar el 27 de junio de 1865. No obstante, el ayuntamiento de la ciudad rechazó dicha solicitud, y no fue hasta el 14 de mayo de 1873 cuando rectificó. Así pues, la primera línea de tranvía con tracción animal se inauguró el 25 de mayo de ese mismo año entre Meir y la iglesia de Berchem. Este tramo pertenece actualmente a la línea 7. Antes de acabar el siglo, es decir, en solo 17 años, ya se habían construido 9 líneas, todas ellas tiradas por caballos.
El 1 de enero de 1900, con la entrada al nuevo siglo, todas las compañías de tranvías fueron fusionadas en la Compagnie Générale des Tramways d’Anvers, o CGTA. Su objetivo era de modernizar y electrificar la red de tranvías de la ciudad. Por ello, tras aceptar el ayuntamiento el 12 de marzo de 1902 el requerimiento de electrificación de las líneas de la CGTA, la empresa comenzó a llevar a cabo su plan de modernización. Tras un periodo de pruebas y ensayos técnicos, el 2 de septiembre de ese mismo año entró en servicio el primer tranvía a tracción eléctrica. Aquí comenzó un periodo de transición, con trenes de caballos y eléctricos, hasta que finalmente todos los vehículos fueron completamente eléctricos.
Por otro lado, la CGTA comenzó a extender las líneas de tranvía más allá de los ‘boulevards’, antiguamente conocidos como el muro de Brialmont. En 1913, la mayoría de las líneas que existen hoy en día estaban ya en servicio, aunque sus itinerarios eran distintos a los actuales.
En marzo de 1927, la CGTA pasó a ser Tramways d’Anvers, o TA. El 1 de enero de 1946, TA cambió su nombre por el de Tramwegen van Antwerpen en Omgeving («Tranvías de Amberes y alrededores», TAO). Por entonces, la red contaba con 18 líneas de tranvía y dos de trolebús. Tras una parálisis durante la Segunda Guerra Mundial, se modificaron algunos itinerarios.
Durante la década de los 50, muchas líneas se transformaron en líneas de autobús, dado su alto coste de explotación, o fueron desmanteladas. De esta forma, las líneas 1, 5, 9, 13, 16, 17, 18 y 23 desaparecieron entre 1952 y 1965, apareciendo en su lugar servicios de autobús con rutas más largas y económicas. Otras líneas de autobús se crearon también, como la línea 20 a Eksterlaar, la 28 a Merksem o la 36 a Linkeroever.
A vosotrxs, ¿cuál es el medio de transporte que más os gusta?
Carla Junyent
¡Buenas! Mi nombre es Carla Junyent, tengo diecinueve años y vengo de una pequeña ciudad cerca de Barcelona, llamada Igualada. Estudio Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona y a partir de ahora empieza la mayor aventura de mi vida. ¡Empieza mi Erasmus en Flandes!
Mis principales aficiones son la música en todas sus formas, el teatro y viajar. Durante años asistí a clases de canto y de interpretación, y ahora canto en un coro de mi ciudad. Hablo catalán, castellano e inglés, y estoy deseando aprender algunas palabras de neerlandés y francés. Siempre que he podido, me he escapado para poder hacer un pequeño viaje o alguna ‘aventurilla’. Por eso, cuando se me presentó la oportunidad de hacer un Erasmus, no lo dudé por un momento.
Al principio, no sabía mucho de Bélgica, pero había oído hablar muy bien de ella, de su cultura, arquitectura, de sus bicis… Me empecé a interesar por esta opción de Erasmus y supe que tenía que hacerlo. Y ahora, ¡aquí estoy!