Esta mañana he hecho una visita a la fortaleza de Breendonk, un antiguo campo para prisioneros del régimen nazi cuando Bélgica fue ocupada durante la Segunda Guerra Mundial. En mi opinión, la visita a uno de estos espacios en los que tuvieron lugar algunos de los episodios más horrorosos e importantes del siglo pasado es una actividad obligada si tenemos la oportunidad de ello.
A continuación os explicaré todo lo que necesitáis saber para organizar vuestra visita y poder sacar el máximo provecho de ella.
Una rara avis de la «Industria de la muerte»
Bélgica fue ocupada por el régimen nazi desde 1940 hasta la liberación por parte de los aliados occidentales en el 1944. En ese lapso de tiempo, des del 1942, el fuerte de Breedonk fue rehabilitado por las SS para construir lo que se denomina un campo de tránsito o reubicación. El edificio había sido construido a los inicios del siglo XX y por ello tenía unas instalaciones ya preconcebidas que se adaptaron a los usos del régimen nacional-socialista: usando la mano de obra de las personas judías, de los presos políticos y en general de los prisioneros que pasaron por el lugar, la fortaleza cambió de forma a lo largo de los años.
Hoy en día aún lo encontramos rodeado de agua y espinas de acero. El edificio se ha conservado casi intacto y cuando visitamos su interior semi-museizado, en las camas de los presos, el cuartel de las SS y las distintas salas de tortura podemos sentir la humedad, el centello de las luces eléctricas y con las distintas pantallas y paneles informativos, podemos hacernos una idea de la vida infernal a la que se vieron sometidas las 3600 personas que pasaron por estos espacios.
Este campo fue en su momento una rara avis por dos razones: en primer lugar es el único campo de concentración en territorio belga durante la IIGM y en segundo por su función temporal, pues para muchos de los presos era una especie de «alto» antes de llegar a otros campos como Auschwitz o Mauthausen-Gusen entre otros. Esta parada intermedia para las deportaciones fue sin embargo el lugar donde muchas personas fueron asesinadas a causa del frío, la inanición, el fusilamiento o la tortura. El horror no puede compararse porque cada infierno tiene sus propias brasas; es por eso que no debemos minusvalorar lo ocurrido en este «pequeño» fuerte de Breendonk.
Algunos supervivientes de este campo de concentración dejaron en su momento testigo sobre cómo era la vida bajo este régimen de la muerte. Uno de ellos fue Paul M. G. Lévy, periodista y profesor de Bruselas y posteriormente director del Consejo de Europa (y uno de los responsables del diseño de la actual bandera europea). Lévy en su libro El desafío da testigo de la vida en Breendonk pero su voz fue especialmente importante en su momento ya que en el 1941 conseguió escapar a Gran Bretaña para luego poder formar parte de l’Armée de la Liberation, el principal grupo de resistencia belga. Además durante su exilio partició en Radio Bélgique, la división belga de la BBC, locutando en francés y neerlandés y proporcionando a los oyentes un testigo de primera mano de su experiencia.
Consejos prácticos para la visita
Actualmente el fuerte se encuentra entre una zona residencial y varios territorios agrícolas, a una media hora de Bruselas cerca de Malinas. Podéis llegar en coche privado, bicicleta o autobús, siempre con una cita previa. A vuestra disposición en la entrada tendréis la audioguía: hay más de 100 pistas de audio que os permitirán hacer todo el recorrido al campo-museo-memorial. Dependiendo de vuestro ritmo y del tiempo que queráis invertir en la visita, esta durará entre una hora y media y tres. Por ello os recomiendo que llevéis en vuestra mochila un poco de comida o un tentempié.
Espero que si tenéis la ocasión visitéis el fuerte y os acerquéis a esta parte más oscura -y por ello necesaria de refrescar- de nuestra historia común.
Un caluroso saludo
1 comentarios
Me parece muy interesante todo el tema histórico relacionado con la segunda guerra mundial. Siempre es bueno conocer el pasado y aprender de él y de todos los errores cometidos ocasionados por la intolerancia , el odio y la avaricia.
Conocer el pasado nos da herramientas para ser mejores personas y crear un mundo más justo.