Andando por las calles de las ciudades flamencas y viendo el panorama, no debe extrañar a nadie que uno de los deportes más populares del país sea el ciclismo. Y es que no se puede entender la vida en este país sin la bicicleta.Poniendo Amberes como ejemplo:
En todas las calles principales hay carril bici y señalización especial para los ciclistas, dado por ejemplo que los semáforos tienen luces exclusivas para los que vienen por el carril bici y las direcciones prohibidas suelen especificar con un “uitgezorderd” (excepto) si pueden entrar bicis o no por esa calle. Cuidado con las multas por dirección prohibida, que los españoles no estamos acostumbrados. Por estas tierras es toda una forma de vida.
De hecho, es caminar por aquí y no se ven más que bicis por todas partes. Gente de todas las edades y culturas (los judíos ortodoxos están muy graciosos en bici) la utilizan como medio de trasporte diario, bien sea en falda o en traje y corbata, bien sea por las mañanas para ir al trabajo o por las noches para salir de fiesta. Huelga decir que te pueden hacer soplar si vas haciendo el tarugo con la bici, especialmente por las noches. Así que cuando se vuelve de fiesta, hay que abstenerse de ir zigzagueando conos o haciendo eses variadas. Divago.
Aparte de los carriles bici, la ciudad está llena de sitios para aparcar. Suelen ser básicamente barras puestas en paralelo para atar la bicicleta y dejarla erguida. Uno de los aparcamientos que más destacan es el que se encuentra debajo de la estación central en la parada de metro “Astrid”. Este enorme garaje se utiliza para dejar la bicicleta si vas directo al tren.
Otro detalle son las bicicletas que alquila el ayuntamiento. La idea se puso en marcha hará un par de años y ha sido un rotundo éxito, con cola de espera para poder usarlas de hasta 2.000 personas. Se trata de unas bicicletas rojas marcadas electrónicamente que se encuentran en aparcamientos especiales repartidos por toda la ciudad y que se pueden utilizar durante un máximo de media hora por trayecto.
Además, son todo un negocio los talleres de reparación. Aunque a menor escala, la sensación que dan es la misma que la de los talleres de coches. Por supuesto cada uno de estos establecimientos cuenta con una generosísima gama de luces para los manillares (son obligatorios de noche), cascos, asientos y candados de tantos tipos que ni sabía que existían. Y es que aquí robar bicis también es un negocio. Lovaina en concreto tiene una nefasta fama en este sentido.
Y la verdad, nada mejor para desplazarse rápido por la ciudad en estos días primaverales. A cuantas quedadas habré ido sólo por decir, “bah, tengo bici y llego en nada”. Hay muchos puntos interesantes de la ciudad que están perfectamente a más de media hora de distancia del centro, así que si te apetece visitar algo más que eso, hazte con una bici. No puedes decir que has estado un año de erasmus en Amberes y no conoces la costa del Escalda en Hoboken, el parque de Natchgalenpark, Rivierenhof, o que no has dado una vuelta por el puerto o el barrio de Zurenborg.
¡Qué tiempos aquellos cuando miraba con miedo las bicicletas por las calles! Van como locos a veces. Me decía a mí mismo, “yo no acabo el erasmus sin tragarme una”. Ahora yo también soy uno de esos locos.