Malinas (en flamenco, Mechelen) es una pequeña ciudad de 80.000 habitantes, situada a medio camino entre Amberes y Bruselas. Si preguntamos a nuestros conocidos, probablemente nos sepan ubicar Bruselas, Amberes, Gante y Brujas -si han estado de viaje por estas tierras- pero Malinas es bastante más desconocida. En esta entrada mi objetivo es que veáis el error que supone su desconocimiento.
Empecemos por su localización: a una hora de Gante (25 minutos desde Amberes y Bruselas), Malinas no está precisamente alejada de donde sea que vivamos. La ciudad fue cristianizada por san Rumoldo, de quien hablaremos más adelante, hacia el siglo VIII. Tras un breve paso por el principado de Lieja, Malinas es vendida al conde Luis de Flandes en 1333. La historia de Malinas continua con un auge en el siglo XV, pues será en esta ciudad donde se eduquen Felipe el Hermoso (futuro Felipe I de Castilla) y Margarita de Austria. De hecho, es en Malinas donde los hijos de Felipe y Juana de Castilla serán educados también. Margarita de Austria es un personaje muy querido en esta ciudad, siendo la única mujer que se eligió para presidir una plaza belga tras la independencia en 1830.
La historia de Malinas prosigue con sus altibajos caracteristicos hasta hoy, pero quiero destacar una anécdota que sirve hoy para nombrar a los malinenses como Maneblussers, o apagalunas. En 1687, un vecino alertó de un incendio en lo alto de la torre de la catedral de San Rumoldo. Tras subir a esta torre, que ya os aviso no es moco de pavo, descubrieron que tal supuesto incendio no era más que el reflejo rojizo de la Luna. Por mucho esfuerzo que se hizo en ocultar tal bochorno, la anécdota se extendió hasta hoy día, pudiendo encontrar singulares imágenes relativas a este evento.
Pero volvamos al presente, ¿qué se puede ver en Malinas? Lo primero y más impresionante es, sin duda, la plaza mayor y la catedral de San Rumoldo. La plaza, de corte totalmente flamenco, alberga diversas casas gremiales, el ayuntamiento gótico -con los inicios de un campanario que nunca se llegó a construir- y la omnipresente torre de la catedral de fondo.
Vamos a la catedral: La Catedral de San Rumoldo es uno de los ejemplos principales de gótico brabantino o brabanzón. En su interior podemos observar la mágica luz de las vidrieras, el púlpito (a mí personalmente me recuerda al de San Bavón, en Gante), y, sobre todo, la preciosa torre. Con 576 escalones, 97,28 metros de altura, esta torre domina toda la ciudad. Y sí, se puede visitar. Las vistas desde arriba quitan la respiración, pudiendo observar a nuestros pies todo Malinas y el río Dijle en su recorrido hasta el Escalda.
Pero no solo de catedrales vive el turista. En Malinas podéis disfrutar de otros muchos monumentos. Los beguinarios (el grande y el pequeño) se encuentran pasada la catedral, si venimos desde la estación de trenes. Sus callejones, puertezuelas, conventos e iglesias son, con mucho, unos de los mejores conservados si queremos vivir la experiencia de un beguinario original. Pasear por sus calles, tomándonos nuestro tiempo, es la mejor forma posible de disfrutarlos.
Además, la ciudad alberga otras iglesias que son también impresionantes: la iglesia de San Juan, con la Adoración de los Reyes Magos, obra de Rubens; la iglesia de Onze-Lieve-Vrouw over de Dijle y su torre, y así hasta otras seis, que podéis ir encontrando en vuestra ruta por Malinas. Como podréis ir viendo, Malinas es una ciudad hecha para pasearla.
Para acabar con los monumentos, y sobre todo si os interesa la historia, en Malinas se encuentran los palacios de Margarita de Austria (tía de Carlos I) y Margarita de York (abuela del monarca), ambos merecen la pena la visita.
Muy bien, historia, monumentos…pero Malinas es mucho más que eso, sobre todo en pleno siglo XXI. Esta ciudad alberga dos componentes que la hacen especial respecto de su entorno: primero, los diversos museos que salpican la ciudad, y segundo, las tiendas.
En cuanto a los museos, podremos encontrar el Arqueológico (Brusselpoort), el de Arte (Schepenhuis), el del Juguete , el Museo judío de la deportación y la resistencia, ya que desde Malinas se centralizaba la concentración de judíos belgas para su deportación a campos de concentración; y el Museo del ferrocarril, tan importante para Bélgica. Si os gusta el arte, no podéis perderos Het zotte Kunstkabinet, donde se exhiben cuadros satíricos del siglo XVI, inspirados en las obras de artistas tan importantes como El Bosco y Brueghel.
Para acabar, las tiendas. Malinas es el paraíso de los compradores, siendo todo su centro histórico la zona comercial. Aquí, podemos encontrar dos calles principales para irnos de tiendas: la calle Bruul y la calle Onze Lieve Vrouwestraat. La primera, que nos lleva desde la estación hasta la plaza mayor -como podéis adivinar, es bastante larga- tiene tiendas de grandes franquicias, ya sea textiles, electrónica o restauración. La segunda es mucho más artesanal, y está dedicada a los pequeños emprendedores de la ciudad.
Así, en la calle Bruul nos podremos encontrar Zara, Pull and Bear, etc, mientras que en Onze Lieve Vrouwestraat lo que prima son las tiendas de decoración (con muy buen gusto, por cierto), artesanía, etc.
Con esto finaliza la entrada. ¿Habéis estado en Malinas? ¿Os gustaría? No olvidéis que podéis comentar lo que queráis justo aquí abajo.
¡Nos leemos!