Tras peleas, uniones y escisiones, la literatura flamenca sobrevivió y evolucionó. Llegó al siglo XX lista para empaparse de otras literaturas, crecer y enfrentarse a dos guerras mundiales. De ella, nos quedan muchos autores y muchas obras que todavía podemos disfrutar.
La antigua región de Flandes abarcaba territorios de lo que ahora conocemos como Bélgica, Francia y los Países Bajos. Por consiguiente, el término «Literatura Flamenca» se refería siempre a esta región. No obstante, desde que Bélgica se independizó de los Países Bajos en 1830, el término se centró en la literatura escrita en neerlandés y producida exclusivamente en Bélgica. Y así siguió siendo durante el siglo XX.
Al inicio de este siglo, las obras de autores como Cyriel Buysse, Stijn Streuvels y Felix Timmermans predominaban. Mientras que Buysse y Streuvels se nutrían de la literatura naturalista, Timmermans era más neo-romántico. Tras la Primera Guerra Mundial, el poeta Paul van Ostaijen representó el expresionismo; tras su final y antes de la Segunda Guerra Mundial, Gerard Walschap, Willem Elsschot y Marnix Gijsen fueron los escritores más destacados; y al finalizar ambas guerras, la primera revista vanguardista llamada Tijd en Mens (Tiempo y Personas) fue publicada. Tras seis años, fue sustituida por Gard Sivik (Guardia Civil), con Hugues C. Pernath y Paul Snoek.
La «Generación de los Cincuenta» jugó un papel muy importante durante esta época. Su mayor representante fue Hugo Claus, quien dejó un gran legado de novelas, cuentos, ensayos, obras teatrales y poemas. Sus obras renovaron, junto a las de Louis Paul Boon, la prosa flamenca tras la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, Johan Daisne y Hubert Lampo introdujeron en realismo mágico, e Ivo Michiels y Paul De Wispelaere la nueva novela.
Desde los 60 hasta final de siglo, nombres (por orden cronológico) como Eddy Van Vliet, Herman de Coninck, Roland Jooris, Patrick Conrad, Luuk Gruwez, Walter van den Broeka, Monika van Paemel, Herman Brusselmans y Tom Lanoye no pueden dejar de ser nombrados.
En definitiva, cualquiera de estos autores proporciona una lectura que, sin duda, te enriquecerá. Te animo a intentarlo.
Claro que, si todavía no sabes cómo pedir patatas fritas en flamenco, quizá sea mejor darte algo de tiempo.
OS ESPERO EN EL PRÓXIMO POST: «Las Reflexiones del Mes» (CAP.5)
Os invito a este extraño lugar. Aunque las visitas no son frecuentes, haremos de esta ocasión la excepción que confirma la regla. Bienvenidos a mi cabeza.
Seguidme, os llevaré a un sitio muy especial. Normalmente, tras esta puerta pintada de colores, uno puede toparse con espaguetis flotantes, junglas de pingüinos o ciudades invisibles… A decir verdad, la mayoría de las veces, ni siquiera yo mismo estoy seguro de lo que me espera al girar el pomo. De todas formas, hoy podéis estar tranquilos. Hoy sí sé lo que hay al otro lado:
Al otro lado está Gante. Y sus calles adoquinadas, clones en bici, música abstracta, dinosaurios, idiomas alienígenas, hechizos y, dentro de esta normalidad, infinidad de locuras.
Lo más seguro es que si os dejase sueltos por este lugar, acabaríais majaras. Como no queremos eso, os lo voy a enseñar poco a poco, durante cinco meses.