¡Goedenavond Erasmus!
Este final de julio cada vez es más caluroso e invita a explorar más rinconcitos de Flandes. Hoy me he acercado a una pequeña ciudad con una característica catedral, reconocida por su enorme belfort: ¡Malinas!
El enorme tamaño de esta joya arquitectónica no es, sin embargo, lo que me ha traído hasta aquí; en cambio lo ha hecho lo que contiene en su interior… ¡El carrillón y la primera escuela de carrillón del mundo!
Como apasionada de la música no podía dejar de visitar este enorme instrumento y aprender un poquito sobre la historia de la tradición del carrillón en Flandes. Hoy os vengo, pues, a compartir algunas de las cosas que he aprendido al son de Malinas.
El carrillón y Flandes
El carrillón es un instrumento idiófono: se compone por elementos que producen sonido vibrando en toda su superficie, sin necesidad de membranas o columnas de aire. El primer elemento que nos viene a la cabeza con estas características es una klok, una campana.
Cuando visitamos la sala de las campanas de la torre de Rumoldo podemos acercarnos a los enormes martillos que golpeban las seis antiguas campanas, pues este el carrillón o beiaard es el instrumento de percusión más grande. Sin embargo no siempre las campanas fueron golpeadas con las manos: antes del 1487 los golpes eran manuales. ¡Qué dolor!
Esa fue la fecha en qué en la población flamenca de Alost se inventó un sistema que incluía un teclado y un mecanismo de martillos para crear el sonido. Un avance indudable en la historia de este instrumento, y no el único en que Flandes es protagonista en su historia… Malinas forma parte de los orígenes de este instrumento porque por un lado Louis Michiels (1828-1904), en plena revolución industrial, inventó un reloj electrónico que incluía el carrillón.
Por otro lado, en 1922 Malinas albergó la primera escuela de carrillón. Este centro educativo acogió estudiantes de todo el mundo que viajaban especialmente a esta ciudad flamenca para formarse y aprender el arte de esta música tan especial. Hoy en día la escuela sigue en pie y sigue siendo un referente para la formación de los carrillonistas.
Así pues, no sorprende que en otras lenguas como el ruso, «carrillón» se diga malinovjizvan, literalmente «sonidos de Malinas» ni que la cultura del carrillón se considere patrimonio immaterial de la UNESCO desde 2014.
El significado del belfort de San Rumoldo
El carrillón de Malinas se encuentra en el Belfort de San Rumoldo. Pese a que en castellano usamos el término «campanario», en la cultura centroeuropea, los belfort tienen más connotaciones: son torres cívicas, no necesariamente ligadas al ámbito religioso, que tienen como objetivo regular los tempos de la ciudad. Por ello en su eclosión fueron un símbolo de las libertades comunales y del estatus social de las ciudades. El de Malinas, cuya construcción inició en 1492 y mide casi 100 metros; es, aún hoy en día, el símbolo de la ciudad.
Esta conexión con los tempos de la ciudad la podemos ver con el uso de cada una de las antiguas campanas. Cada una de estas enormes cajas de resonancia tiene un nombre, corresponde a una nota musical y en su momento tenía una clara función: Magdalena, por ejemplo, era la campana que marcaba el tempo de la jornada laboral y Libertus la que indicaba a los habitantes de Malinas que las puertas de la ciudad se abrían o cerraban.
Espero que cuando visitéis Malinas podáis escuchar uno de los conciertos de carrillón que se organizan. Mientras tanto, os dejo aquí un en el que podéis escuchar su particular sonido… ¡Con una canción moderna!
¡Os mando un abrazo muy fuerte y ya sabéis que espero vuestros comentarios e impresiones sobre este maravilloso instrumento y la ciudad que lo acoge!
Tot ziens Erasmus 🙂