Un pedacito del más refinado gusto francés se encuentra en medio de Gante. Aunque parezca imposible, en la Flandes medieval de ladrillo rojo y canales, de fachadas estrechas y tejados apuntados, también hay espléndidos palacios del más puro estilo dieciochesco. Ejemplo son los palacios del siglo XVIII de la Veldestraat, una de las principales calles comerciales de Gante. Situados uno frente al otro se han conservan el Hotel D’Hane-Steenhuyse y el Museo Arnold Vander Haegen. La visita guiada a ambos cuesta 6 euros (gratis con la Citycard Gent), tiene lugar todos los viernes y sábados a las 14:30 y dura entre una hora y media y dos horas. Los tickets se compran en la oficina UiT en el patio del mismo Museo Vander Haegen un poco antes de que comience la visita.
De ambas casas señoriales la que llama más la atención desde la Veldestraat es el Hotel D’Hane-Steenhuyse con su fachada de decoración rococó. Este magnífico edificio fue edificado a finales del siglo XVIII para un rico conde pero a lo largo del tiempo ha ido alojando a figuras ilustres gantesas que dejaron su impronta en el edificio. Fue comprado por el estado en los años 80 y ha sufrido una importante restauración para devolverle su esplendor original.
El patio del hotel es un jardincillo abierto al público dado que también comunica con la calle paralela a la Veldestraat y es lugar de paso frecuente de los ganteses. En el interior asistiremos a una sucesión de lujosas salas decoradas con los muebles originales del siglo XVIII. Grandes salones, trampantojos pintados en los techos, ricas telas, puertas y escaleras secretas… curiosidades de todo tipo sobre la vida de aquel siglo son desveladas a lo largo de la visita y también sobre el paso de Luis XVIII por el edificio. El monarca francés en su exilio se alojó en él durante varios meses revolucionando la alta sociedad gantesa.
El Museo D’Hane-Steenhuyse toma el nombre de la última familia de propietarios. El primero fue uno de los primeros barones del textil de Gante, Judocus Clemmen, quien construyó en la parte posterior de la vivienda un taller de estampado de algodón. Gracias a su conexión con el mundo textil la casa alberga una joya única en Europa, una sala enteramente decorada con seda pintada con motivos chinos. Realmente impresionate, este Salón Chino alberga un pequeño museo con diversas piezas de porcelana.
Realmente merece la pena disfrutar de ambos palacios, sorpresas dieciochescas en medio de Flandes.