Tierenteyn es el nombre de la mostaza típica de Gante, una mostaza que se sigue produciendo al estilo tradicional y que no lleva conservantes. Además por esta razón antepone la calidad a la cantidad, produciéndose en pequeñas cantidades, asegurando su frescura.
La historia de esta mostaza es un tanto peculiar. Con la visita de Napoleón a la ciudad de Gante, uno de los soldados le explicó el fracaso de un molinero de la región de Dijon que tratando de moler las piedras de la mostaza se le quedaron pegadas y, ante esto, acabó virtiendo un cubo de agua sobre las semillas. Durante esta conversación, Petrus Tierenteyn estaba a la escucha, y se le ocurrió hacer lo mismo pero en lugar de utilizar semillas de mostaza amarilla, que son preferencia en Francia, utilizar semillas de mostaza oscura, preferente en los países germánicos.
La tienda donde actualmente se produce esta mostaza se fundó en 1790, cuando Petrus tenía tan solo 2 años de edad, pero en principio era un supermercado normal, como actualmente aún podemos observar dada la cantidad de hierbas, mermeladas y otros productos que se continúan vendiendo. La producción de la mostaza no comenzó hasta mucho más tarde cuando los franceses ocuparon Bélgica.
Las primeras producciones de mostaza por parte de Petrus Tierenteyn datan de 1840, pero debido a su producción a mano, los precios eran elevados y sólo la parte más rica de la sociedad podía permitírsela. Pero en 1842 Petrus recibió la autorización para instalar una máquina de vapor en el sótano que utilizaría para la elaboración de su mostaza de forma mucho más fácil y rápida, pudiendo ampliar mercado.
Tuvo siete hijos y tres de ellos continuaron con la mostaza. No obstante, hoy en día sólo la línea de dos de ellos sigue en pie:
- Uno de ellos, Ferdinand, decidió producir la mostaza de forma más industrial, la mostaza que ahora se conoce como “Stropkes“.
- Otro de ellos, Franciscus-Augustus, se casó con Adélaïde Verlent y compraron la propiedad situada en Groentenmarkt 3 (que podéis ver en la foto), pero debido a la temprana muerte de Augustus, su mujer continuó con el legado. Él prefirió producir mostaza y venderla directamente al consumidor. En la tienda podemos ver el nombre original Tierenteyn-Verlent, precedido de “Vve”, la abreviación de “viuda”, y con una media luna como símbolo de la tienda. Hoy en día, en los botes de mostaza aparece también el apellido “Laquet”, dado que Adélaïde volvió a casarse tras la muerte de Augustus. Sin embargo, en la tienda se siguen conservando los nombres originales.
Tras muchos años de evolución y sucesos, el negocio ya no pertenece a los Tierenteyn, pero se han rescatado las recetas y métodos originales para continuar produciendo esta mostaza única.
Soy Cristina López, estudiante de último año de psicología en Barcelona y ahora corresponsal de Gante, mi ciudad destino de Erasmus. ¿Mis primeras impresiones de Gante?
Han habido muchísimas cosas aquí que me han llamado la atención, como que en ocasiones un agua te salga más cara que una cerveza, que en las terrazas de algunos restaurantes te pongan mantas por si hace frío, que en todos los lavabos haya papel (incluso en los lavabos portátiles que ponen en los festivales), que a veces tengas que pagar para ir, que duerman con almohadas cuadradas, que sólo se den un beso en la mejilla al saludarse, o su predilección por el picante, ya sea poniéndose pimienta en la sopa o tabasco en los spaghetti.
Gante es una ciudad que combina tradición y progreso. Hoy en día es considerada una ciudad de estudiantes, hay alrededor de 45000, así que eso significa que, además de su belleza y su aire medieval con multitud de construcciones y calles que visitar y recorrer, es una ciudad joven y activa, constantemente en movimiento. Siempre encuentras algo que hacer, algún evento, festival o exposición que te pueda ser de interés.
A lo largo de mi actividad en este blog os iré mostrando todo lo interesante y curioso que viva durante mi estancia Erasmus, de momento espero que esta pequeña introducción os haya picado la curiosidad para seguir visitándonos y, quién sabe, ¡quizás veniros! Así que por si eso sucede, mi primer consejo es que os alquiléis una bicicleta, no es una ciudad muy grande y se puede recorrer a pie fácilmente, ¡pero no hay nada mejor que sentirse un auténtico belga! Y mi primera advertencia si vais en bici es que tengáis mucho cuidado con las vías del tranvía, ¡y más si llueve!