Tras salir de la oficina de turismo con una idea más o menos clara de lo que teníamos que ver en Gante, empezamos el recorrido marcado por el mapa-guía en la misma torre donde se ubica la oficina. Es la torre municipal (Belfort), construida por los comerciantes frente a la torre de la iglesia, después convertida en catedral, con el objetivo de demostrar su poder en la ciudad. Un gran dragón de más de cuatrocientos kilos vela por sus habitantes. En 1999 la torre fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En la misma plaza se encuentra la catedral de San Bavón (Sint Baafskathedraal), sede de la diócesis de Gante, en cuyo interior se encuentra la obra de La adoración del cordero místico de los hermanos Van Eyck.
Llama la atención la cantidad de torres que se concentran en tan poco espacio. Indagando un poco sobre la historia de la ciudad se entiende fácilmente, y es que Gante fue una ciudad muy próspera donde la burguesía adquirió mucho poder y riqueza en los años de bonanza económica y la construcción de obras civiles era su forma de hacerlo público.
Un poco más adelante, pudimos observar la confluencia de dos estilos arquitectónicos en la misma calle. De un lado el gótico flamenco en el hotel más antiguo de Europa occidental, y a su lado, el renacentista italiano en el ayuntamiento. Inevitable detenerse a admirarlo.
Pasando un puente, dejamos atrás los dominios que eran de la ciudad y pasamos a los terrenos del conde. En seguida, nos llamaron la atención dos casas excepcionales del siglo XVII. En la de la izquierda se representan las seis obras de la misericordia. En la de la derecha los cinco sentidos y también las tres virtudes divinas: la fe, la esperanza y la caridad.
Hicimos una pausa en una cafetería de esquina donde nos sirvieron un café delicioso. El Pateshol es el centro gastronómico de la ciudad con un trazado de calles medievales difíciles de olvidar. Una vez recuperado en aliento, la siguiente parada nos volvió a dejar sin él. Se alzaba ante nosotros el impresionante castillo de los Condes de Flandes (Gravensteen). Al parecer, en ningún otro lugar del mundo puede verse un castillo de estas proporciones en el centro de la ciudad.
Esto ha sido un resumen de mi visita a Gante porque creedme que hay mucho más que contar. Y como no podía ser de otra manera, no podíamos irnos de Gante sin probar los Cuberdons. Son una especie de gominolas rellenas de jarabe de frambuesa ¡Qué buenos!
MARÍA
5 comentarios
que pinta tiene la gominola!!!!!!!!!!11 el video de presentacion me ha encantado, ya me dijo tu madre que era muy divertido…
Quiero un cuberdonssssssss!!!!
Creo que será una ciudad que no dejaré de visitar en mis fines de semana de vuelos baratos.
Me encantan las ciudades antiguas y sus edificios.
Un saludo.
[…] post sobre Gante, Ostende, Brujas, Amberes están llenos de detalles interesantes. Y no solo de turismo se vive: […]
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