El edificio del gran teatro del “Stadsschouwburg” se llenó de romanticismo este pasado 14 de febrero con once emotivas obras de ballet, pertenecientes a los siglos 19 y 20.
¿Y cómo llegué yo con cuatro amigos aquí? Pues durante los primeros días de bienvenida, hubo una pequeña presentación con la temática de la cultura, e incluso nos hicieron una pequeña encuesta para ver a cuantos eventos culturales habíamos ido en este ultimo año. Incluyendo como cultura: cine, conciertos, ballet por supuesto, teatro, librerías o museos.
La presentadora, no pudo ocultar su grata sorpresa cuando todos nos sentamos en representación de que al menos habíamos acudido a un evento cultural en ese año. Con una gran sonrisa nos contó que en el anterior grupo había habido gente que no había acudido a un solo evento cultural… Se había quedado tan impactada que decidió pedir un pequeño obsequio a la compañía de danza, entradas gratis al ballet de la semana siguiente para todo aquél que estuviese interesado. Como ya sabéis soy de la opinión de que hay que probar de todo un poco en esta vida, así que me lancé de cabeza a pedir las mías.
He de decir que nunca había asistido a un ballet y no tenía tremendas expectativas. Pero como la música sí que me encanta, y además puedo alardear de saber un poco del tema por haber asistido al conservatorio de música durante toda mi infancia, pues estaba segura de que algo de provecho si que sacaría del evento.
Nada más lejos de la realidad, supero con creces mis expectativas: me fascinó. La combinación de magnífica música, el ataviado vestuario, la armoniosa danza, y la expresiva mímica por supuesto, pero además siguiendo un guión, una verdadera historia que te tiene intrigado hasta el final. A mi el tiempo se me pasó volando.
Qué decir de unos artistas, que alcanzan tal control de su cuerpo y de todas y cada una de sus articulaciones al nivel de que cada respiración va acompañada de los rítmicos y sinuosos movimientos, rápidos o lentos, pero siempre fluidos, afables, transmitiendo un auténtico cuento en cada mínimo gesto.
Respecto a la temática, en nuestra obra tuvimos danzas para todos los gustos, desde un adagio con hermoso “Lago de los cisnes”, un infantil “Caballito jorobado”, un energético “Corsario”, una sensual “Scheherezade” del cuento árabe de “Las mil y una noches”, una panderetera y viva “Esmeralda”, un español “Don Quijote” o como no podía faltar, un romantiquísimo “Romeo y Julieta”.
Si el objetivo era generar un gancho y dar a conocer la realidad de lo que es el ballet y cuánto difiere de la imagen que solemos tener los jóvenes de él, la verdad es que conmigo funcionó a la perfección, me veréis en más seguro.
¿Os he convencido ya a vosotros también?