¿Qué mejor forma había de fundar una ciudad como Gante, dominada por los campanarios y torres, que mediante dos abadías?
Así fue como, en el año 650 arranca la historia de la ciudad que va a ser escenario de tantas cositas para mí (que os iré contando) durante estos meses. Una de estas abadías es la de San Pedro, que aún se yergue en el centro de la ciudad, habiendo sufrido desde su fundación diversas “remodelaciones”, por no decir que las sucesivas revueltas, conquistas y reconquistas le fueron robando trozos. En la actualidad, es un museo que abre de 10 a 18 horas todos los días salvo los martes (aunque los martes puedes ir allí a hacerte selfies, es un sitio que mola bastante).
La otra abadía es la de San Bavón (apúntalo como posible nombre para tu mascota), que fue destruida en las revueltas de 1540 por un hombrecillo que igual te suena de historia de segundo de bachillerato, Carlos V, el cual construyó en su lugar un castillo con los cañones apuntando hacia la ciudad, por si a los ganteses se les ocurría volver a cuestionar su poder imperial.
¿Qué pasó entre el 650 y 1540? Pues que Gante se convirtió en una ciudad industrial increíblemente próspera (con sus altibajos de peste negra), siendo uno de los centros gremiales más importantes de Europa. A esta cuestión volveré más adelante.
Después, y como parte del Imperio Español, disfrutó de una serie de guerras devastadoras, para acabar debatiéndose entre el control de los Habsburgo y Francia, llegando hasta la batalla de Waterloo (inserte aquí canción de Abba), donde Gante pasó a formar parte del Reino Unido de los Países Bajos.
Durante el siglo XVIII y XIX, se convirtió en una potencia económica gracias, de nuevo, a la industria textil y a las conexiones por mar (al canal Gante-Terneuzen). Sin embargo, la revolución Belga (básicamente una revuelta religiosa que inició el Reino de Bélgica y de la que estoy leyendo en la Wikipedia) puso fin a este periodo de bonanza.
Durante el siglo XX, la ciudad de Gante volvió a sufrir las consecuencias de su localización en el corazón de Europa, siendo afectada por la Primera y Segunda Guerra Mundial, transformándose, poco a poco, en la moderna y viva ciudad que es hoy.
Quería comenzar mi trabajo como corresponsal con este esquema sobre la historia de Gante, ya que no hay mejor forma de conocer una ciudad que a través de su pasado, que moldea y condiciona su presente y futuro. Lo mismo pasa con las personas, pero la historia de mi vida ya la dejo para otro post.