El Brossella Folk & Jazz Festival terminó de una forma magistral. Unos músicos maravillosos nos han acompañado a lo largo de estos dos días en los jardines cercanos al Atomium, y nos han demostrado porque este festival merece tantos premios y elogios.
Lo único que veías ayer en la jornada de cierre era felicidad. El día no acompañaba (un día nublado belga, en el que nos llovió varias veces a lo largo de la tarde), pero eso no impidió que la gente bailase, disfrutase, se lo pasara realmente bien. Veías personas, turistas, que estaban visitando los parques de Laeken y se quedaban por la música y el ambiente. Disfrutaban de uno o dos conciertos y volvían a sus visitas.
Si te paseabas por el recinto, encontrabas que muchas personas estaban haciendo picnics en los terrenos cercanos a los escenarios, en los lugares dónde podías escuchar la música y, al mismo tiempo, disfrutar de un rato al césped con quien tú quieras. Realmente chula la ambientación.
Lo mejor del festival es el ambiente que se respiraba. Tocara quien tocase veías gente disfrutando del concierto, tanto de pie como sentadas; niños correteando en los conciertos (se veían también algunas caras de sopor en chavales que, se notaba, estaban allí obligados por sus padres) o en la zona infantil, donde todo eran risas.
Así que, ya sabéis, si queréis ver un festival diferente en un lugar inolvidable, acercaros en los primeros días de julio a los parques de Laeken para poder disfrutar del mejor jazz y folk internacional en un entorno impresionante.